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EDITORIAL

“El Jorge Hernández que yo conocí”

martes, 21 de enero de 2014
La República Más
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Un tweet ayer decía: “se fue un gran hombre que hizo empresa en los sectores más difíciles, el agro y los medios impresos”.

Con exactitud no sabría decir cuántas veces nos sentamos en las tardes en algunas de sus oficinas de Bogotá, Montería o Medellín a escribir estos 3.120 caracteres de este espacio editorial inagotable. Confieso que en la mayoría de las veces me hacía un dictado que le fluía con esa claridad meridiana de los periodistas casi extintos, que redactan en su memoria prodigiosa, de donde extraen las palabras y los hechos adecuados, encadenándolos hasta lograr un mensaje oportuno e inteligente. Fueron muchos comentarios y columnas de opinión cargados de crítica responsable y de añoranzas de un país mejor, y la construcción de un empresariado más responsable socialmente, que no se contentara con pagar salarios e impuestos y desentenderse del resto de la sociedad.

Jorge Alberto Hernández Restrepo (1939-2014) fue ante todo un ‘paisa’; un antioqueño de esos que no solamente saben hacer empresas prósperas, rentables y son muy visionarios, sino que no pueden vivir lejos de sus montañas verdes, el ganado y los caballos. Todas las conversaciones con él terminaban o empezaban con temas políticos, periodísticos o equinos; esa fue su gran pasión: los periódicos, el poder político y el ganado. Confieso que en materia de caballos se inclinaba más por los andares criollos por diagonales, que por los árabes, raza de la cual fue pionero en la cría colombiana. No en vano fue el fundador de gremios de caballistas como Asdesilla y Asoárabes. Al igual que el de los editores de periódicos, en Andiarios, y miembro permanente de la Sociedad Interamericana de Prensa.

Su nombre siempre estuvo ligado al poder, no solo empresarial sino político, pero nunca ostentó de eso. Pocas veces en su vida tuvo guardaespaldas y solo en los últimos años, un chofer. Concejal, embajador, senador, comisionado, miembro de muchas juntas; todos esos puestos de poder no le hicieron mella en su personalidad; él seguía siendo un hombre simple, intelectual, conversador, buen lector y sobre todo amigo. 

El Jorge Hernández que yo conocí nos deja un gran legado en la empresa informativa moderna y un espíritu de emprendimiento bien marcado; él no ha muerto, vive en todas estas páginas de periódicos, regionales, económicos y populares que todos los días salen a contar noticias con una misión de construir país. De su afición caballista logró sacar campeones a Kabul, Lucas y Héroe, después de 30 años de trabajar en su criadero La Mía; de su labor empresarial periodística deja un gran grupo compuesto por El Colombiano, La República y el popular Q'hubo, pero de su tercera pasión, la política, solo nos dejó la enseñanza de que los periodistas no debemos ser militantes en los partidos porque perdemos objetividad al informar. 

Fue un hombre noble y frentero que olvidaba pronto las dolorosas críticas que traen consigo los puestos de poder. Quedando pocas líneas para terminar un editorial más, no caben más palabras que celebrar haber conocido a un gran maestro.

Fernando Quijano Velasco

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