El dólar a precio de hace dos años

El Banco de la República debe modernizar o sincronizar con los tiempos que vivimos sus comentarios económicos, de cara a una mejor toma de decisiones por parte de todos los actores. A qué nos referimos: es un imperativo para el sistema financiero, el sector real y los consumidores saber qué va a pasar con la tasa de cambio. Nadie con inversiones o planes de expansión industrial, de exportación o de viajes al exterior puede tomar una decisión sensata sin tener elementos serios-científicos sobre lo que pasará con el precio de la moneda estadounidense, al menos en el corto plazo.

No podemos seguir diciendo que el dólar se devalúa frente al peso porque el petróleo sube. Hay elementos coyunturales que solo los emisores de los mercados emergentes conocen, pues su tarea en casi todos los países es la misma: controlar la inflación con tasas de interés al sistema financiero y mantener el poder adquisitivo de las monedas correspondientes. Es fundamental que el Emisor colombiano modernice su sistema de comunicación o de alertas; nos referimos a las maneras de comunicar a todos sus usuarios las cifras que maneja, al igual que sus investigaciones atemporales, pero ante todo: su prospectiva económica y financiera.

Los empresarios están inquietos con que la tasa de cambio de comienzo del año esté al mismo nivel de abril del año pasado, en cerca de $2.850, y que el viernes la TRM haya estado en valores que no se veían desde mayo de 2016, casi dos años. Hoy, a menos de nueve días de terminar enero, la gran noticia económica no es otra que la caída del precio del dólar, un hecho que pocos veían en el panorama de 2018 y que tiene a los exportadores pensativos. Dice el profesor José Antonio Ocampo, exministro y codirector del Banco de La República, que la inflación, que el año pasado llegó a 4,09%, ya absorbió “los tres choques adversos: fuerte devaluación, efectos de El Niño y aumento del IVA”. Lo que quiere decir que hay aroma de estabilidad para toma decisiones de inversión con los fundamentales actuales; al menos en lo que tiene que ver con la inflación. Se puede esperar que con el descenso registrado hasta julio pasado, asociado al precio de los alimentos, hizo que el IPC básico repuntara en noviembre y diciembre luego de año y medio de disminución. Esas mismas consideraciones que se tienen para determinar el comportamiento de los precios se deben tener para la tasa de cambio.

Está claro que el petróleo influye y que las decisiones económicas en EE.UU. afectan el contexto colombiano, pero hay que ponerse en la camisa de los empresarios exportadores y darles más elementos certeros en términos de tasa de cambio. No es lo mismo hacer un presupuesto con dólar a $3.000 que a $2.850, esos $150 son fundamentales.

Siempre recalcamos que el precio del dólar es agridulce para los actores económicos, al igual que los precios del petróleo. Para los exportadores no es buena cosa que el dólar llegue a precio de hace dos años, pero para los importadores y el grueso de los consumidores es una buena situación, ya que cada peso rinde más; en este último caso es mejor ahorrar y prepagar deudas de consumo en dólares. La tarea que le queda al Banco de la República es dar más luces sobre qué tipo de tasa de cambio es ideal para reactivar la economía y cuánto tiempo se sostendrá ese tipo de situación ideal. Todos coincidimos que el año arrancó mejor, pero hay que ver hasta cuándo habrá estas condiciones.