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Algo tienen en común los pronósticos del fenómeno del Niño al final del año, los precios del dólar y el costo del petróleo.
La economía es más una ciencia social que una actividad técnica que siempre debe expresarse en una ecuación. En esta afirmación se sentencia que las ‘predicciones suicidas’ o las ‘profecías autocumplidas’ defendidas por Robert Merton (1949), son muy dañinas para el libre mercado en un mundo en donde todas las preguntas quieren una respuesta inmediata y siempre encuentran a un meteorólogo o a un economista dando pronósticos dos manos. Es un hecho muy probable que las predicciones económicas terminan siempre produciendo el resultado de sus anuncios. Si una autoridad respetable o un actor académico, financiero, económico o empresarial con credibilidad en el medio, se atreve a pronosticar el precio del dólar para las vacaciones de fin de año o dar un piso y un techo para el barril de petróleo puede estar distorsionando la realidad, del mismo modo que un meteorólogo afecta el negocio hotelero si ve nubarrones en el Caribe. En muchos países con estaciones el anuncio de lluvias en zonas vacacionales es interpretado por hoteleros como una acción dañina.
Merton (1949) define el fenómeno de la predicción suicida o profecía suicida señalando que consiste en una definición cierta de la situación que origina una nueva conducta que hace falso el concepto originalmente verdadero. Desde hace varios meses varios opinadores consuetudinarios han pronosticado el precio de dólar para fin de año, pero ninguno le ha pegado a la tasa de cambio y cada vez que tienen la oportunidad de salir de la carrera de vaticinios reinventan sus tesis y vuelve a dar cifras poco fundamentadas ocasionando una desbandada de compradores de moneda estadounidense para cubrirse en sus viajes. Lo mismo ha ocurrido con menos impacto con el precio del petróleo y la gasolina que está menos manipulada por estos profesionales del pronóstico. Si miramos sus discursos, vemos que los meteorólogos también siguen una carrera de obstáculos en Colombia con el crónico anuncio del Fenómeno de El Niño, que en teoría se iba a presentar en el último trimestre del año, pero ahora han corregido sus palabras argumentando que será entre enero y abril, cuando lleguen las ‘lluvias mil’.
Peligroso para la economía y los negocios que el juego desenfrenado de los economistas pronosticadores y de los meteorólogos, no tenga bases académicas o científicas, cualquiera sea el caso, y como buenos ‘chamanes’ signa dando cifras a diestra y siniestra como si se tratara de un bingo. Volviendo a Merton, “a veces se llama predicción a la formulación de un argumento cuya conclusión es el enunciado predictivo, pero en general y en la medida que la predicción se formula para referirse a hechos del mundo y ser contrastada se trata de un enunciado con pretensiones de descripción”.
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