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EDITORIAL

Cuenta de cobro de Buenaventura y arroceros

lunes, 5 de junio de 2017
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Justo cuando el Emisor daba parte de victoria por haber bajado la inflación, viene el paro de los arroceros y el de Buenaventura

 

Colombia podría ser el campeón mundial de la protesta social si se hace un ranking de lo que ha sucedido durante los últimos años. En promedio se presenta una movilización cada 42 días si se analiza cualquier rincón de la geografía nacional, convirtiéndose esto en un peligroso círculo vicioso que pone en jaque a la economía y le pasa la cuenta de cobro cada trimestre. Cuando no son los camioneros, son los campesinos o los funcionarios de la rama judicial; también los profesores se han acostumbrado a levantar su voz al unísono con los cafeteros y los indígenas, todos viven en pie de lucha contra el Estado; y todas estas protestas se han vuelto paisaje en los medios de comunicación, porque el modus operandi es el mismo desde la Guerra Fría: taponan calles, obstaculizan carreteras y paralizan sectores neurálgicos para la operación nacional. De manera justificada se ha sumado ahora un largo paro cívico en Buenaventura, el único puerto sobre el Pacífico por donde se moviliza buena parte de las importaciones y casi todas las exportaciones de granos con destino a Asia, Centro y Norteamérica. Ya se completan casi 20 días continuos de protestas en los que los empresarios han visto afectado su canal de suministros de materias primas para poder producir, y tiempo durante el cual muchos exportadores han visto caer sus ventas en un trimestre complejo.

Entre tanto, la nueva junta directiva del Banco de la República, enarbola la bandera de que la inflación ha vuelto a la franja de piso y techo, un anuncio que puede frustrarse si el tema de Buenaventura no tiene pronta solución y peor aún si se suman los camioneros. Ahora suenan trompetas de protesta de los arroceros, quienes se han visto defraudados por el Gobierno Nacional que les ha prometido en diferentes ocasiones mantener su protegida su producción por aquello de la seguridad alimentaria, muchas promesas con cuenta de cobro al presupuesto. Si las cosas se mantienen de esta manera, los cánticos de victoria sobre la inflación pueden disonar ante la realidad de protesta nacional, en la que confluyen circunstancias neurálgicas como son el frenazo del puerto sobre el Pacífico y la amenaza de bajo suministro y precios altos de los arroceros. Una situación muy peligrosa al comienzo del segundo semestre, tiempo en el cual están fijadas las esperanzas de recuperar el crecimiento económico perdido. Entre enero y marzo el PIB solo registró 1,1% y según los analistas entre abril y junio el porcentaje puede subir 1,5%, pero de seguir esta situación de protesta social tan agitada, esa cifra puede caer en terrenos inferiores a la unidad.

Muchas de las protestas de los habitantes de Buenaventura son justificadas porque la situación de esa ciudad del Valle del Cauca es dramática en su dimensión de seguridad, pobreza y falta de oportunidades para los jóvenes, una eterna paradoja si observamos las posibilidades que tiene el comercio sobre el Pacífico. La deuda social es enorme de tiempo atrás y el Gobierno actual, al cual le queda solo un año, y el entrante que será elegido el próximo marzo o junio, deberán levantar un plan estructural para verdaderamente hacer un puerto por donde entre y salga el grueso del comercio internacional. Lo de los arroceros es más complicado, dado que es un sector protegido por los ministerios de Agricultura y Comercio y que está siendo investigado por prácticas que atentan contra el libre mercado. Todas estas situaciones hacen pensar que el rumbo financiero del país sigue siendo sombrío, justamente en un tiempo electoral que se asoma muy agitado en el tema económico.

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