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Correr es la manera más austera de practicar deporte, pero se ha convertido en un negocio lucrativo para las marcas deportivas
Mañana más de 40.000 corredores de todo el mundo se tomarán las calles de Bogotá para realizar dos recorridos: 21 kilómetros con 100 metros y 1o kilómetros. Ambas pruebas se hacen en la capital del país desde hace 18 años, una jornada de deporte profesional y aficionado que es el epicentro de la moda de las maratones que no solo se experimenta en Colombia, sino a nivel mundial. Son más de 40.000 personas a las que se les deben sumar otros 4.000 o 5.000 espontáneos adicionales no registrados que acompañan la prueba deportiva sin inscribirse, más otros tantos que sirven de apoyo logístico de la carrera o acompañamiento de los mismos participantes. Es verdaderamente la cita deportiva activa más importante del país y que deja ver el gran negocio que ha florecido en medio de la tendencia creciente de salir a correr por las calles.
Si bien no hay cifras oficiales del comercio y de las empresas textiles que viven su propio agosto en ventas, el negocio de los implementos deportivos, más los accesorios necesarios, es uno de los más importantes de los centros comerciales. Solo es mirar las secciones de camisetas, pantalonetas, tenis, medias, geles, relojes, cachuchas y demás gadgets tecnológicos, en las tiendas de deportes para darse cuenta del crecimiento de esta práctica, que si bien es la más austera, es la que más crece en todo el mundo. En países similares al nuestro, en términos de desarrollo económico, consumo y población la venta de tenis para correr se ha disparado en los últimos años: en la década de los años 90 se vendían en promedio 1,5 millones de pares y desde la segunda década del siglo XXI, la cifra casi que se ha duplicado al llegar a 2,8 millones. La prueba de estas cifras, muy generales, se encuentra en las calles, en las ciclovías y en los gimnasios que se llenan de personas de todas las edades que quieren hacer 5K, 10K, 21K y así hasta las maratones y ahora las exigentes ultramaratones que superan los 50K. La moda se volvió tendencia y ya se hacen ferias deportivas antes de estas carreras, tal como es el caso de la Media Maratón de Bogotá y su Expomedia donde se concentra el agosto de las empresas montadas en función de los cada vez más corredores.
Con las marcas de los tenis y de la ropa deportiva tradicional: Nike, Adidas o Reebok, pasó lo mismo que con el mercado de las motos históricas (Honda, Yamaha, Suzuki y Kawazaki). Ahora se ven tenis Asics, Mizuno, Under Armor o Merrell, caso similar al de las motos: AKT, Pulzar, Bajaj, Daelim o Kymco. Pero no solo las marcas han crecido, los participantes también, cada fin de semana en cualquier rincón del país se realizan carreras de aficionados que han encontrado en correr, trotar o hacer running una forma de estar más sanos, bajar de peso o simplemente controlar el estrés que genera el mundo laboral. Solo en Estados Unidos el negocio de los trotadores mueve cerca de US$3.000 millones anuales representados, no solo en ropa y accesorios, sino en publicidad, patrocinios y el complemento creciente de la vida sana. La alimentación, los planes turísticos y todos los complementos son accesorios de una nueva manera de ver el deporte. Claramente hay deportes con más seguidores pasivos como el fútbol, pero en el otrora atletismo se cruzan las paradojas de austeridad con el boom económico; la soledad con multitud; los retos individuales con los colectivos y lo más peligroso, el deporte como vida sana con el peligro de las lesiones. En conclusión: las maratones se convirtieron en un negocio que nos demuestra que las prácticas sociales están cambiando.
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