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Analistas 15/02/2013

Un ex Papa… y con twitter

Analista LR
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Tengo una teoría personal sobre la renuncia de Benedicto XVI. Yo creo que el Pontífice no dejó vacante el trono de Pedro por los manejos torcidos del Banco Vaticano y el déficit fiscal de la iglesia, como lo sugirió La República hace cuatro días. Los líos de esta entidad financiera no son ni de lejos tan escandalosos como los del Banco Ambrosiano, de hace tres décadas, con mafia, cohecho y hasta asesinatos.

 
Tampoco creo que sea por las duras polémicas internas entre el cuerpo de cardenales y altos prelados, que entre otras cosas no son por asuntos teológicos ni por el tradicional debate entre progresismo y ortodoxia, sino meramente por cosas administrativas y burocráticas; o sea por mezquinas luchas  de poder. Eso lo evidenció el propio Benedicto el martes pasado cuando en una misa habló de hipocresías, de individualismos y rivalidades, y de divisiones en el cuerpo eclesial. Así nos lo contó L’ Observatore Romano.
 
La cosa no es por ese lado. Los debates entre liberales y conservadores se acabaron hace rato en la Santa Sede. Los acabó Juan Pablo II con su mano de hierro y su sentido autocrático del poder; los acabó el hecho de que uno a uno se fueron jubilando los cardenales de Paulo VI y solo quedaron los del Papa polaco y los del Papa alemán, todos de un corte ideológico muy parecido. El último liberal en el sacro colegio fue el gran Carlo María Martini, arzobispo de Milán, que falleció en 2012. Si por luchas intestinas fuera, habrían renunciado casi todos los papas después de san Pedro hasta hoy.
 
Tampoco fue por los escándalos de pederastia, ni por Marcial Maciel, el muy oscuro director de los Legionarios de Cristo, como lo afirmó el jueves la corresponsalía del New York Times en Roma. Maciel, cabeza de esa orden religiosa poderosísima en México, murió degradado tras confirmarse sus numerosos abusos y su acoso sexual a seminaristas. Benedicto fue el único que se atrevió a ponerle freno  y lo separó de la orden, algo que Juan Pablo II nunca osó hacer.
 
El lunes, el portavoz Vaticano, Federico Lombardi, desvirtuó esta hipótesis de que el Pontífice se retiraba ante los escándalos de pedofilia en la iglesia. “El pastor no huye ante los lobos y deja el rebaño solo”, afirmó en una hermosa frase. Solo habría que recordarle a Lombardi, director de la Radio Vaticana, que en esto de la pedofilia, los lobos están adentro y no afuera.
 
La renuncia del Papa tampoco se produjo, como se afirmó burlonamente en Twitter, por la vergüenza y el arrepentimiento de haber enviado un mensaje pastoral de saludo que fue leído en la boda de Natalia Ordóñez, la hija del Procurador. Sería un buen motivo de renuncia éste de haberse visto envuelto en una fiesta en la que provocadoramente se juntaron jueces e investigados en una demostración afrentosa de lujo, prepotencia y omnipotencia. Inclusive, ya empezaron las capturas a ciertos invitados. Pero no fue por eso que se fue Benedicto.
 
Creo que el Papa se retira porque en realidad el cuerpo ya no le da más; tiene un marcapasos; no puede estar mucho tiempo de pie y ya no soporta los viajes evangelizadores. Esa, entonces, es una actitud humilde y responsable, en contravía de la inveterada costumbre vaticana de tener al mando a unos pobres hombres muy deteriorados, mental y físicamente, casi cautivos de la truculenta curia romana. León XIII pasó ciego y sordo su última década; Pío XII padeció un ataque de hipo en los cinco años finales, que lo inhabilitaba para casi todo. A Juan Pablo II lo vimos encorvado, marchito y tembloroso aferrarse a su báculo.
 
Con todo, mi teoría de un hombre que no se apega al poder también tiene su faceta siniestra. Benedicto XVI podría lograr con su gesto lo que nadie consiguió en 600 años: nombrar a su sucesor. La costumbre de gobernar a la iglesia hasta el último día de vida ha hecho que siempre los cónclaves se celebren sin ninguna presión de los antecesores, que ya están bajo tierra, o en el reino de los cielos, como se prefiera. Esta vez, los cardenales se reunirán bajo otras condiciones, bajo la mirada de aquel que los eligió. En ocho años, Benedicto alcanzó a copar casi 60% del sacro colegio, y es humano esperar que intente dejar sus “tres huevitos” al buen recaudo de un heredero confiable. Lo que puede venir entonces es una especie de PRI en el Vaticano, con bloqueo absoluto para cualquier corriente de renovación.
 
Benedicto XVI será el primer ex Papa en seis siglos; uno que además aprendió a usar el twitter el año pasado. ¿Empezarán a llegar trinos entonces con quejas por algunos nombramientos, o por el evidente deterioro en la seguridad, digo en la espiritualidad de la iglesia, o cuando caigan obispos pedófilos ante la justicia ordinaria?
 
Esperemos que no, aunque casos se han visto.

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