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ANALISTAS

Petróleo, arma devastadora

jueves, 4 de diciembre de 2014
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En 1986, Arabia Saudita orquestó una guerra por medio de la reducción de sus precios del petróleo en contra de sus competidores. Los Estados Unidos resultaron muy afectados por tal contienda,  porque en cuatro meses les redujeron el precio del barril en 67% y lo ofertaron en 10 dólares.  Su industria les colapsó y declinó durante 25 años y, entre tanto, los sauditas retomaron el liderazgo en el mercado. 

    Como es sabido, la nueva producción estadounidense de petróleo proviene de las formaciones de esquistos  y se extrae por medio del costoso ‘fracking’ o estimulación para expulsar los gases y el petróleo de los esquistos con agua a presión mezclada con otros elementos.   La producción del Tío Sam parece estar bordeando los 9 millones de barriles por día, cifra ligeramente superior a la producción de los sauditas. 

El ‘fracking’ necesita precios de venta superiores a los 60 dólares por barril. Los sauditas ya generan utilidades con precios de venta sobre los 30 dólares por barril.  Así las cosas, resulta explicable la  decisión reciente de mantener constante la producción de Arabia Saudita ante un mercado con sobreoferta, porque la abundancia reduce los precios de venta y con ellos esperan sacar del negocio a los productores estadounidenses con costos de extracción elevados, así como al Estado Islámico y a Irán.  

Algunos expertos consideran que los precios del petróleo WTI cercanos a los 70 dólares que se cotizan por estos días volverán al alza a finales de 2016, porque esta caída va a estimular, entre tanto, la recuperación de la Unión Europea. En países como Rusia y Venezuela este desplome de precios puede contribuir muy efectivamente a desestabilizar a sus gobernantes dictatoriales. 

El presidente Santos le informó al país que esta crisis del petróleo la va a administrar aumentando las inversiones en los sectores que demandan dinero para crear empleo como los sectores de la construcción e infraestructura. ¿Suplir un faltante aumentando los gastos? ¡Genial!

La única manera de terminar la dependencia del petróleo del Oriente Medio radica en reemplazar este combustible tanto para la generación de energía como para el  transporte.  

La firma Lazard publicó en The New York Times los siguientes precios mínimos para la generación de energía sin subsidios: Energía solar 7,2 centavos por kilovatio-hora; carbón 6,6 cvs/kwh; gas natural 6,1 cvs/kwh; energía eólica 3,7 cvs/kwh. 

Para los transportes ya existen dos posibilidades, los vehículos eléctricos movidos por baterías que se cargan conectándolas a los tomas de electricidad.  Y los automotores que emplean el hidrógeno como combustible. De ambos ya existen prototipos en el mercado. 

Mi impresión de aficionado en la materia me permite afirmar que los vehículos con baterías están más adelantados, más desarrollados que los de hidrógeno como combustible, pero estos últimos parecen tener mayor futuro.  

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