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ANALISTAS

¿Nueva era para las relaciones de EE.UU., Europa y Suramérica?

lunes, 20 de mayo de 2013
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El viaje del presidente Obama a México y Costa Rica ha vuelto a poner a América Latina, al menos por unos días, en el centro del debate de política exterior en Washington. ¿Pero quiere la región más atención de Washington? El creciente comercio entre el Norte y el Sur parecería mostrar que la relación es más intensa que nunca, pero ¿por qué no lo parece? Estos son algunos de los temas que abordamos en el reporte Trilateral Bond:  Mapping a New Era for LatinAmerica, United States and Europe, que fue presentado en Washington como primera actividad del Adrianne Arsht Latin America Center, del Atlantic Council. 

 
Como señalamos en el reporte, “en conjunto las tres regiones deberían constituir una asociación trilateral más fuerte y equitativa basada en sus históricos intereses y valores comunes”. A pesar del crecimiento de América Latina, su riqueza energética y natural y una renovada confianza en la escena geopolítica, esto no se ha visto reflejado en el contexto del vínculo transatlántico. “Ni EE.UU. ni la mayoría de los gobiernos europeos ha incluido a la región como una prioridad en sus políticas exteriores recientes.”
 
Las relaciones comerciales parecen tomar la delantera frente a las geopolíticas. EE.UU. y Europa ya representan 47% de la economía mundial y un tercio del comercio. EE.UU. es el principal socio comercial de América Latina, seguido por la Unión Europea, y compra  40% de las exportaciones de la región, especialmente de productos manufacturados. Sólo México destinó en 2012 77,5% de sus  exportaciones a ese mercado. EE.UU. es origen también de casi  40% de las inversiones directas y de 90% de las remesas que llegan al continente y que en 2012 fueron más de US$60,000 millones.
 
Con América Latina creciendo más rápido que EE.UU. y Europa en los últimos diez años y superando las crisis de 2008 con mayor solidez, se hace evidente que la forma de relacionarse de la región ha cambiado. Hay un grupo de países, que incluye a Brasil, Colombia, México, Chile, y Perú, que están creciendo sostenidamente, reduciendo la pobreza e integrando a millones de personas a la clase media, y diversificando sus relaciones internacionales. En este marco, una renovada relación con América Latina debería estar más bien basada en una asociación de pares. 
 
Y si bien parecería que parte de la región no tiene interés en tener una mejor relación con EE.UU., sino en usar al país del norte como un objeto de política doméstica, existe una amplia agenda para trabajar en común, asumiendo que una más estrecha relación, en una comunidad que comparte historia, raíces filosóficas y culturales, potenciará los activos políticos y económicos de ambos continentes. Para concretarla, sugerimos varias ideas en el reporte. 
 
Construir un mercado transatlántico trilateral más fuerte. Las tres regiones deben trabajar en reducir las barreras comerciales, incrementando las inversiones de capital y potenciando la competitividad. Tal vez aprovechando las actuales negociaciones del tratado de libre comercio Europa-Estados Unidos, se podría incluir una agenda más amplia, y abordar el tema de los subsidios y restricciones en el mercado agrícola, que impacta directamente en las exportaciones de América Latina. 
 
Lanzar un amplio diálogo energético trilateral. América Latina ya es un productor energético de primera línea, incluyendo petróleo y gas, energía hidroeléctrica y termal, y biocombustibles. Un mayor acercamiento entre las partes brindaría un impulso estratégico  para la comunidad transatlántica.
 
Crimen organizado y la seguridad ciudadana. El tráfico de drogas ha sido asociado a América Latina durante demasiado tiempo cuando, en realidad, es un fenómeno global que afecta la seguridad ciudadana e instituciones democráticas de ambos continentes. Estados Unidos y Europa deben aumentar sus esfuerzos para prevenir, tratar y reducir los daños del uso de drogas. 
 
Un capítulo aparte merece la educación y el capital humano, en cuya solidez deberían basarse las anteriores recomendaciones. Europa, Estados Unidos y América Latina, si bien en diferentes niveles, enfrentan desafíos similares. El capital humano es clave para construir competitividad en un mercado global. En el marco del debate sobre inmigración, EE.UU. debería facilitar el movimiento de personas calificadas. Esto podría incluir el desarrollo de mecanismos de visado facilitados y políticas de ingreso más sencillas para personas de negocios. Además, los gobiernos deberían reducir las barreras legales e institucionales para una mayor integración entre universidades y sector privado. 
 
Para concluir, el documento enfatiza la importancia de fortalecer el marco institucional trilateral, esencial para llevar a la práctica esta nueva asociación. Algunas instituciones ya existen, pero la integración trilateral podría ser mas estrecha, al igual que el reconocimiento del rol de América Latina en las instituciones multilaterales. Después de salir de décadas de inestabilidad económica y política, es urgente redefinir las relaciones con EE.UU. y Europa.
 

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