.
ANALISTAS

Mucho tilín con pocas paletas

jueves, 13 de junio de 2013
La República Más
  • Agregue a sus temas de interés

Son tantos los cambios que ofrecen a diario todos los gobiernos y el actual no es la excepción. Ahora se habla de nuevo hasta de cambiar la denominación del peso colombiano, pero nada que arranca la voluntad política de acelerar las soluciones en infraestructura.
 
El cambio de moneda fue un proyecto que lideró en el congreso mi amigo y colega, el extinto senador José Jaime Nicholls en busca de eliminar los ceros al billete colombiano, que ahora es planteado por el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas como estrategia contra la revaluación.
 
Contando con la discusión en el Congreso, que está en campaña, el gobierno planea que la nueva denominación del peso empiece a circular en 2014, post Juan Manuel Santos, aunque había sido parte de su plan de gobierno cuando arrancó en 2010
 
Desde antes que llegáramos a ocupar una curul en el Senado, Colombia lleva años hundiendo proyectos sobre su moneda, como este que en México comenzó a operar en 1993, en Rusia en 1998, Turquía en 2005 y hasta un país pobre como Ghana lo aplica desde 2007.
 
Los enemigos del tema arrancan con la premisa de los costos de imprimir nuevos billetes, que podrían ser menos onerosos si se tiene en cuenta la “imagen” que le deja a los compradores que sentirían que la inflación parecería ir en declive. Ese cambio es más de percepción que otra cosa.
 
La discusión es importante porque Colombia está en un momento clave por los riesgos ante la inestabilidad en Venezuela, que se suman a un menor valor de las materias primas y sin duda la menor demanda de China.
 
Y ahora con el anuncio del Gobierno de rebajar sus proyecciones de crecimiento de la economía en 2013 hasta 4,4% desde el 4,8% inicialmente previsto, son demasiadas bolas en el aire, sin contar con una salida a los problemas de la internacionalización como sería tener una firme decisión política para aplicar el acelerador a la mejora de nuestra infraestructura.
 
El Gobierno anuncia que planea invertir US$20.000 millones  en infraestructura a 10 años, contando con la reelección de Santos y que el sector privado se meta la mano al dril e invierta unos US$30.000 millones. Pero entre anuncio y anuncio, la infraestructura sigue ahí.
 
Con tanto anuncio o mucho tilín sin paletas, como dicen los muchachos, empieza uno a ser pesimista sobre para dónde vamos, porque seguimos firmando acuerdos de preferencias arancelarias que más parecen una ganga para los competidores y una oportunidad para profundizar la desindustrialización del país.
 
La ironía es total. El gobierno anuncia que el año entrante tendremos acuerdos de preferencias arancelarias con más de 50 países, que en plata blanca sería algo así como apuntarle a más de 1.500 millones de consumidores.
 
Pero con una revaluación cercana al 20% y la mala competitividad por falta de una infraestructura adecuada hace difícil creer que podremos desarrollar el campo para producir y exportar alimentos conquistando compradores en los mercados internacionales.
 
Si el Gobierno le apuntara más a desarrollar pronto una política seria, con un plan de infraestructura que evite tanto palo en la rueda que se le aplica a los planes de construcción de vías, quizás podríamos pensar que con nuevos billetes y más compradores vale la pena invertir y producir.
 
Son demasiadas bolas en el aire. Ya es hora de aterrizar, porque se acaba el tiempo mientras nuestros competidores van tomando la delantera.
 

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA