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ANALISTAS

Los huevos en una sola canasta

lunes, 26 de mayo de 2014
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En los últimos años la gran inversión en Colombia se ha concentrado en la explotación y exploración de hidrocarburos y de la minería, no importa si esta es informal o artesanal. En muchas ocasiones es criminal, con los devastadores daños que ello genera. El Estado ha consentido todo esto sin que haya una compensación acorde al daño que se les ha causado a muchas comunidades para las cuales la minería ha traído pobreza y violencia, en otros casos la destrucción del medio ambiente y las fuentes de agua, bien más preciado que el oro. No existe una política de Estado que controle el daño que se causa, pues este ha demostrado su incapacidad para prevenir y controlar los males causados por una minería que no cumple la mayoría de las veces los altos estándares que se deben exigir.

Sobre 10.160 títulos mineros concedidos en Colombia, solo 810 cumplen conlos requisitos legales, según estadísticas de la Agencia Nacional de Minería (ANH). Esto habla por sí solo de la permisividad e irresponsabilidad con que se ha manejado el tema.

Más grave es la situación, cuanto más crece la dependencia de nuestra economía del sector de hidrocarburos y de minas. Este sector representa aproximadamente 8% del PIB y atrae la tercera parte de la inversión extranjera directa (IED). Esto ha causado una revaluación sin precedentes, en detrimento de otros sectores de la economía como son la agricultura, las manufacturas y la industria que han tenido que cerrar muchas de sus empresas y puestos de trabajo.

El sector minero, a pesar de representar el 8% del PIB, solo genera el 1% del empleo nacional, la mayoría de muy baja calidad y remuneración y de alta exposición a riesgos para la salud.
Frente a los precios del petróleo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) asegura descensos en los próximos años, causados por la nueva cantidad de hallazgos del crudo en países no miembros de la Opep, como Estados Unidos. A pesar de esto, Colombia debe ampliar su capacidad de refinar el petróleo, para producir una mayor cantidad de gasolina, lo que podría conducirnos a un precio interno inferior.

Sin embargo, para Colombia la extracción de petróleo no debe ser la fuente más grande de ingresos y aunque esta no se deba descuidar, exigiendo los más altos estándares al momento de su explotación, el desarrollo agroindustrial y de la industria en general son vitales. No es bueno poner los huevos en una sola canasta, dice el adagio popular. Nuestro país tiene aún una frontera agrícola inmensa, inexplotada, que se puede convertir en una despensa para que dejemos de importar más de cuatro millones y medio  de toneladas de alimento al año y nos podamos convertir en un país exportador de los mismos. Para ello se necesita un apoyo fundamental del Estado en la construcción de bienes públicos como buenas vías y distritos de riego entre otros y, la decisión de conceder crédito barato y desarrollo de tecnología en el campo.

Mientras esto no suceda y siga creciendo nuestra dependencia del sector de hidrocarburos y de minas, no habremos logrado nada diferente a arruinar a los otros sectores de la economía, a perder puestos de trabajo y a seguir llenándonos de importaciones en detrimento de la industria y el empleo nacional.

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