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La Unión Europea, como unión económica, política y monetaria, surgió como el culmen de un proceso de cooperación de los países que habían padecido los estragos de la Segunda Guerra Mundial y que requerían un fortalecimiento y un resurgir económico. Las relaciones del Reino Unido con la UE siempre fueron “sui generis”. Eran y no eran. Hacían parte del espacio económico común, pero mantenían la soberanía monetaria. Les gustaba el tráfico económico de bienes y servicios, pero sin el libre tránsito de personas. Querían aplicar las regulaciones europeas para su comercio exterior, pero conservando los privilegios domésticos y las ayudas públicas a sus territorios y nacionales. Al Reino Unido le pasaba lo del vecino que quiere vivir en el conjunto sin que le apliquen las normas del reglamento de propiedad horizontal. El Reino Unido ha sido siempre una isla y podrá seguir siendo isla. Esta situación nos lleva a preguntarnos ¿qué pasará?
¿Que pasará con Reino Unido?
Para abordar este aspecto hay que verlo con dos enfoques, uno económico y de relaciones comerciales; y otro, político y de relaciones internacionales. Desde el plano económico el Reino Unido tendrá que negociar un instrumento internacional con los países de la Unión Europea para tener acceso a esta zona de libre comercio para sus bienes, servicios y capitales y unificar el marco regulatorio de dicho comercio.
Desde el plano político y de relaciones internacionales, el Reino Unido tendrá que estar más activo en fortalecer su identidad nacional, solucionar sus problemas internos y garantizar un mayor bienestar a sus ciudadanos. Independientemente del mecanismo utilizado, muy posiblemente el Reino Unido tendrá que ser más activo en la promoción de su comercio internacional, en la integración económica con otros países no europeos y en una mayor independencia y soberanía para su política internacional.
¿Qué será de la Unión Europea?
El Brexit produjo algo que se creía improbable. La salida del Reino Unido obliga a que este organismo se haga un “examen de conciencia” y replantee muchas de sus medidas, políticas y estructuras en medio de una Europa con problemas económicos y sociales generalizados.
Si la Unión Europea no quiere seguir perdiendo miembros, debe tomar medidas coherentes con su fortalecimiento institucional y la realidad económica y social de su integrantes.
El desequilibrio y la desigualdad de los países que integran la Unión Europea, así como la migración de países extra europeos, ha debilitado una unión que trascienda los aspectos puramente económicos.
¿Que pasará con América Latina?
Directamente el impacto será mínimo, más si se tienen en cuenta que el comercio de la región con el Reino Unido es limitado y su inversión, aunque puede ser importante para algunos países como Colombia, Brasil y Perú, no es de grandes dimensiones. Por lo tanto el Brexit será un asunto secundario para el comercio Latinoamericano, aunque los países tengan que iniciar procesos de negociación comercial en forma individual con el Reino Unido para regular sus relaciones de comercio, pues ya no estarán amparadas por las disposiciones de la UE.
Como se puede ver, ni el Reino Unido se acaba, ni la Unión Europea tampoco. Se ha presentado un divorcio en un matrimonio de 40 años que como toda situación similar trae agites, ajustes y conflictos, pero por supuesto, obliga a replantear los negocios y la forma de hacerlos tanto a nivel europeo como a nivel del comercio internacional. Recordemos con Miguel de Cervantes que “donde una puerta se cierra, otra se abre”.
