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ANALISTAS

El Estado en el mercado

lunes, 20 de octubre de 2014
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Ya entrados en pleno en este último trimestre del año se pueden empezar a hacer balances que, en vista de las cifras hasta ahora obtenidas por nuestro gremio en distintos frentes, nos permiten ver con optimismo el futuro. La transformación del parque cafetero que se ha venido realizando con seriedad, constancia y eficacia desde hace varios años, y la cual ha contado desde su entraña misma con la inigualable participación de nuestros Comités, del Servicio de Extensión y del trabajo de Cenicafé, es sin duda la piedra angular sobre la que nos encontramos a día de hoy. 

Haber llegado de octubre del año anterior a septiembre de este año con una producción que rebasa los 12,1 millones de sacos, con una exportación de 10,8 millones de sacos superando en un 23% el pasado año cafetero, de tener más de 3 millones de cafetales nuevos resistentes al cambio climático, de haber logrado despertar en nuestros caficultores la llama de la esperanza al convertir a su cultivo en un negocio próspero y con un gran porvenir, de ofrecer cada vez más nuevos mercados, de retribuir su ganancia con un precio justo por su cosecha, de contar con la garantía de compra que garantiza su comercialización, de tener un robustecimiento de la producción de cafés con valor agregado que a día de hoy suman un tercio de las exportaciones totales y cerca del 70% de las exportaciones realizadas por la Federación, no es no es fruto de una casualidad ni mucho menos de un afortunado golpe de suerte. Es, no me cansaré de repetirlo, el resultado de acertadas políticas al interior de nuestro gremio como también fruto del inigualable apoyo brindado por el Gobierno Nacional en los diferentes Acuerdos por la Prosperidad Cafetera y gracias a la eficaz herramienta del PIC, herramienta que ha sabido equilibrar las cargas en los momentos más difíciles, pues ha permitido a todos los cafeteros, desde su implementación a finales de 2011, mantener un ingreso relativamente estable, el buen estado los cafetales y dormir tranquilos en las épocas de las vacas flacas. 

Ahora que algunas voces piden que se desmonte este subsidio, se alzan a su vez otras que piden para la agricultura nacional contar con una política de Estado, concertada con inteligencia, responsabilidad fiscal y a tiempo - las épocas de calma son propicias para ello - instrumento que cumpliría con similar eficacia al demostrado por el PIC y que permitiría a los campesinos no estar como una hoja al viento sujeta al vaivén de las coyunturas críticas de los precios internacionales. Como ya he tenido ocasión de expresarlo en variados foros y medios, este tipo de políticas no riñen con la inmensa necesidad que tiene el país de fortalecer los bienes públicos rurales en una época en que la mayoría de los Colombianos tenemos serias esperanzas de alcanzar la anhelada paz. 

Es cierto que en estos tiempos el café pasa por un buen momento, en virtud a las políticas comentadas brevemente con anterioridad como también al comportamiento del café que ha mostrado Centroamérica y Brasil, cuyos mercados han visto gravemente afectada su producción por la roya y el clima. Qué duda cabe que la producción en ascenso, el aumento del consumo nacional e internacional, el buen precio del café en el mercado internacional, el buen comportamiento del dólar frente al peso colombiano, entre otros factores, se han aliado para que ocupemos una posición privilegiada, pero eso no nos puede hacer olvidar que las borrascas pueden aparecer en cualquier momento. Los fundamentales no nos pueden tapar la vista sobre lo fundamental. 

Hay entonces mucha urgencia de invertir en las generaciones futuras, esto es en educación rural, en gestión de los costos de producción, en apropiación de las tecnologías ya disponibles y en profundización y desarrollo de mercados, entre otras prioridades, para asegurar un futuro mejor y más estable para la familia y la comunidad en general. 
En otro orden de cosas, la misión encabezada por el economista Juan José Echavarría divulgó un extenso "informe preliminar" en el cual la imprecisión, el sesgo ideológico, el creer que al dividir una estructura se fortalece, desconoce con total impunidad la solidez y el arraigo de la institucionalidad cafetera y en particular el valor que para los cafeteros tienen, entre otros activos, los bienes públicos sectoriales como la garantía de compra, el Servicio de Extensión y el valor de la calidad y la diferenciación del café colombiano. Esta errada apreciación coincide con el viejo clamor de algunas multinacionales que pretenden remover el obstáculo de la Federación que no les ha permitido colocar el precio que quieren de la cosecha, en claro perjuicio del pequeño productor, como lo hacen en el resto de los países de América donde no hay "estado en el mercado". Es una verdadera lástima que el esperanzador mandato de un Conpes y la decidida voluntad del presidente Santos por fortalecer la caficultura, expresada en los logros estructurales de los últimos años y además con apoyos económicos jamás recibidos antes, haya terminado en las páginas "preliminares" del mencionado economista, en donde además se hacen unilaterales juicios de responsabilidad retrospectivos, a la manera de pasar viejas cuentas de cobro, lo que además de injusto es poco elegante, por decir lo menos. Sin lugar a dudas sobre toda esa mancha de tinta tendremos que volver en extenso para controvertirla con la serenidad y con la contundencia que la defensa de nuestra institucionalidad reclama. 

Qué duda cabe que estamos abiertos a mejorar, a corregir, a ajustar, pero no a contemplar impávidos desde adentro cómo se quiere derrumbar el edificio. Ya los miembros de la misión y el gobierno nacional tienen en sus manos nuestra respuesta institucional, redactada sin pasión pero de forma sólida, técnica, seria y clara, y en la cual se ejemplifican los graves errores de diagnóstico en que este previo informe ha incurrido. Esperamos que la estudien con juicio y la analicen con diligencia y a su vez preparen su documento definitivo el cual discutiremos con el rigor, la ecuanimidad y la firmeza que nos caracteriza. 

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