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ANALISTAS

Ahondar en lo bueno y agradecer

domingo, 24 de mayo de 2015
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Como tuve oportunidad de expresarlo en mi anterior carta mediante la cual comuniqué mi determinación de propiciar un relevo en la gerencia de la Federación, han sido 24 años de mi vida en los cuales he tenido la oportunidad de trabajar en el más importante y más democrático gremio en Colombia. Espero que quien me suceda en el cargo logre fortalecer aún más este bastión fundamental, así como de lograr la unidad en el sector gremial, algo tan imperioso como necesario.

Había pensado refutar las expresiones de Juan José Echavarría, pero la lectura de la entrevista que le dio a Yamid Amat me relevan de controvertir con él. La cara del lobo apareció y yo había anticipado en este mismo espacio sus aleves intenciones: acabar con la Federación, acabar con la institucionalidad, y dejar al productor en manos de los comercializadores internacionales del café. Por ello resulta muy grato para mí que voces que están en las antípodas de esta opinión como las de varios analistas, muchos editorialistas -esta semana el diario El Espectador-, congresistas, todos los gobiernos transcurridos desde el siglo pasado y de manera vehemente la inmensa mayoría de las gentes de las regiones cafeteras, reconozcan las fortalezas y bondades de la institucionalidad cafetera.

Durante décadas en muchos municipios hemos reemplazado al estado en el cumplimiento de susresponsabilidades, además es claro que la caficultura es el mejor tejido social que tiene Colombia rural y es en el campo el activo más valioso para alcanzar la paz, es por ello, que cuando acudimos a temporales apoyos del presupuesto nacional en momentos de dificultades, lo hacemos con humildad, con sentido de responsabilidad fiscal, pero con derecho y los recibimos con profunda gratitud.

Estoy seguro de que el notable ex-ministro Hommes, que en el pasado llamó a los cafeteros “pechugones”, dada gran inteligencia, conocimiento del país y su experiencia en Hacienda, ahora ya sabe cuales son y donde están los verdaderos pechugones de este país, especie por demás urbana y entre los cuales no están los cafeteros que a diario y azadón al hombro labran la tierra para hacer llegar nuestro café a losprincipales puertos del mundo. Es evidente en el nuevo Plan Nacional de Desarrollo que la paz requiere cambiar de fondo la política para el campo, por ello, más temprano que tarde el país tendrá que adoptar mecanismos de seguridad para garantizar la permanencia de los productores agrícolas en el campo colombiano a la manera de una Farm Bill que tanta falta nos hace.

Pero el verdadero motivo de esta carta no es para detenernos en los retos sino para ahondar en lo bueno y agradecer, en primer lugar, a todos los colaboradores que componen la cadena cafetera, quienes de manera abnegada, profesional y comprometida, me acompañaron durante estos años, en las buenas y en las malas. En estos momentos las palabras son inferiores a los sentimientos que se quieren transmitir, sin embargo va desde estos renglones mi voz de aprecio y admiración porque pude comprobar, todos los días, su capacidad de trabajo, entrega y dedicación para con este gremio. Dirijo también mis palabras de agradecimiento a los clientes por su confianza, credibilidad y respeto quienes además de manera activa apoyaron la transformación del parque cafetero y supieron ver lo que nos esperaba en el horizonte. Vale también hacer especial hincapié en el papel que han tenido los medios de comunicación, pues estos saben que si el tema es el café ahí están para transmitirlo puntualmente a la opinión pública porque el café toca nuestras más profundas fibras pues forma parte de nuestra identidad como personas y como colombianos.

Gracias al Presidente Santos, quien si sabe del valor institucional de la Federación y a todo su equipo de gobierno en especial a los ministros que han integrado el Comité Nacional de Cafeteros, al Vicepresidente de la República, a los comités departamentales y municipales y a los representantes en el Comité Directivo por su respaldo y por su ejemplo de dedicación y entrega.  A todos ellos gracias, muchas gracias. También gracias a los miembros  del Congreso de la República, quienes conpaciencia y respeto me escucharon cuando tuve el privilegio de hablar en los recintos de las plenarias o de las comisiones permanentes.

No quisiera terminar esta carta sin mencionar la inmensa tristeza que nos causa la muerte de 84compatriotas producto de la brutal avalancha de la quebrada Liboriana que se ensañó contra la población de Salgar, municipio antioqueño que también dedica sus esfuerzos a la producción de café. Las conmovedoras imágenes nos sumen en una gran aflicción. Desde estos renglones nos solidarizamos como cafeteros y como colombianos con todas las familias y con los más de 1300 damnificados. A todos ellos nuestras condolencias y nuestra firme voz de aliento y de respaldo a las ayudas anunciadas desde el día mismo de la tragedia.

Que tengan una feliz semana,

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