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ANALISTAS

Aciertos y malformaciones de la democracia gremial

martes, 26 de mayo de 2015
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Se aproxima la elección del nuevo gerente de la Federación Nacional de Cafeteros. La  decisión final  la adoptarán (según rezan sus estatutos) los delegados cafeteros al Congreso Nacional del gremio, que son los miembros de los comités departamentales designados en las últimas elecciones cafeteras  por las bases del gremio. Y en las que pudieron participar  todos los cultivadores del grano.

Más allá de las discrepancias que pueda haber sobre el manejo por parte de la Federación y de su  gerente sobre los asuntos cafeteros, lo que nadie le puede negar a este gremio es su clara  y rotunda  estructura democrática. Es en democracia como  allí se ventilan y deciden las controversias normales en cualquier gremio.

Durante las elecciones  del año pasado, cuando se escogieron quienes habrán de elegir  este año al próximo gerente general de la Federación , hubo una participación electoral del 68% del censo electoral cafetero. Este censo lo conforman  todos aquellos cafeteros que  tienen derecho a obtener cédula por cultivar 1500 palos de café o poseer más de media cuadra dedicada a este menester.  Los opositores no están excluidos. En algunos departamentos, por ejemplo, representantes  críticos de la Federación -las llamadas “dignidades cafeteras” -fueron elegidos  dentro del proceso democrático a hacer parte de las instituciones cafeteras.

Nótese que ningún elegido popularmente en Colombia, sea el Presidente de la República, los congresistas, diputados, gobernadores, alcaldes o concejales, resultan elegidos en elecciones donde participe una proporción tan alta del padrón electoral como sucede en las elecciones cafeteras: 68%. Es decir, su legitimidad democrática es indiscutible.

La Corte Constitucional ha dicho en repetidas ocasiones que un gremio privado que, por disposición de la ley maneje un fondo parafiscal, es decir, que haya recibido el privilegio de gestionar recursos públicos aportados  de manera obligatoria por los propios agricultores al pagar las contribuciones de carácter parafiscal , tiene el deber de acomodar sus estatutos a formas democráticas. Donde todos quienes pagan dichas contribuciones puedan gozar del elemental derecho  democrático a “elegir y ser elegidos” en los procesos estatutarios de cada  gremio.

Por estas razones resulta lamentable que otros gremios que manejan también recursos parafiscales, como sucede  con Fedegan, que recibe las contribuciones de cerca de 400.000 ganaderos que ascienden a cerca de $120.000 millones al año, se resista, por razones incomprensibles y claramente violatorias de la ley, a acomodar sus estructuras estatutarias a patrones democráticos. 

Argumenta para no hacerlo que ellos son como la SAC, un gremio de gremios, es decir de agremiaciones regionales, y que por lo tanto, dicen, están dispensados  del deber de cumplir con la premisa básica de la democracia pecuaria: “un ganadero, un voto”. 

Pero  esta argumentación resulta falseada: en primer lugar porque la SAC no maneja recursos parafiscales de carácter público como si lo hace Fedegan; y en segundo lugar porque, en la práctica, más del 80% de los ganaderos de carne y de leche  que pagan las contribuciones parafiscales , están excluidos de la posibilidad a ejercer la regla de oro de toda democracia:  la de elegir y ser elegidos.  Las posibilidades de que el sistema de parafiscalidades agropecuarias siga funcionando correctamente en Colombia depende de que  se corrijan las graves malformaciones antidemocráticas que hemos mencionado.

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