Ang Lee, habla sobre su nueva película

Cuando viaja por el mundo, la gente le dice “el director chino”. Algunas veces, al toparse con asiáticos, alcanza a escuchar “el director gay”. Pero ninguno de los desaciertos le preocupa.

Sin embargo, a veces tiene la buena disposición de aclarar que es de Taiwán y que no es gay, aunque desde muy joven le preocuparon los derechos de la comunidad LGBTI. “En esa época no se llamaba así”, dice el cineasta risueño. “Me dolía la injusticia”, añade serio.

Ang Lee ha volcado en su particular cine tanto su actitud sociopolítica como sus inquietudes sobre el acople entre lo tradicional y la contemporaneidad. El difícil ajuste ha sido su constante desde su primera película en 1992, ‘Pushing hands’, acerca de un anciano que lucha por adaptarse a su entorno. Y se apreció en gran dimensión en su primer éxito internacional ‘Comer, beber, amar’, en 1994.

Pionero en tratar la homosexualidad en el cine asiático, estandarte de la ola de cine de artes marciales que inundó a Hollywood hace una década (‘El tigre y el dragón’), ganador del Óscar por ‘Brokeback Mountain’, es un ícono de la cultura oriental hacia el mundo.

“El maestro”, como le dicen casi todos los que han trabajado con él, está a punto de repetir Óscar por su majestuosa cinta ‘La vida de Pi, una aventura extraordinaria’. Al respecto de esta obra con la que cautiva al mundo, Ang Lee dialogó con El País.

Acaba de obtener el premio como director del American Film Institute...

Vivo muy agradecido por los premios, porque quieren decir que la gente aprecia tu trabajo y que no ha sido en vano el esfuerzo. Nunca había pensado recibir este honor, ahora entiendo que para muchos es más respetable incluso que el Óscar. Pero, por favor, no me preguntes si pienso ganar el Óscar, porque yo vivo el presente. Hay, como siempre, una competencia muy fuerte con realizadores que son de todo mi respeto, así que cualquiera puede ganar. Y tampoco diré cuál sería mi candidata diferente a ‘La vida de Pi’, porque sería irrespetuoso con los colegas.

¿Siente a ‘La vida de Pi’ como el clímax de su carrera?

Yo a todas mis películas las quiero igual. Por el momento no pienso retirarme, amo demasiado el cine para elegir la comodidad. ‘La vida de Pi’ es mi ‘niña’ de ahora, y por supuesto estoy en el encantamiento del padre que disfruta de su pequeña. Haber hecho esta película me ha permitido ver que soy mucho más fuerte, y sé que ahora soy capaz de hacer mucho más de lo que alguna vez creí posible.

Descubre una estrella al mundo, con Suraj Sharma...

No olvido cuando lo conocí, en particular su mirada. Transmitía muchas cosas sin siquiera hablar. Y luego vimos su talento, una habilidad innata para convertirse y permanecer en el mundo de la historia, un raro tesoro que tuve el privilegio de compartir con el mundo.

Usted lo nombró su líder espiritual...

La madre de Suraj organizó una ceremonia para celebrar el ingreso de su hijo al mundo del cine, y me concedió el honor de ser el “gurú” de su hijo. Me conmovió profundamente. Pensé que haría mi mejor esfuerzo. Luego comprendí que el verdadero guía era ese muchacho, su profundidad espiritual fue increíble para todo el equipo. A veces nos sentimos extenuados por el esfuerzo que significa hacer una película, y nos preguntamos si valía la pena. Suraj nos recordó las razones por las que cada uno cumplía su función en ‘La vida de Pi’. Fue como un milagro.

Adaptar un libro al cine sigue siendo una gran responsabilidad, ¿cómo decide qué elegir?

Solo hay una respuesta para eso: sentimiento, en términos de escena. Es algo complicado, pero hay que leer varias veces la obra y sentir cuál material resultará más cinematográfico. Era un reto. Este libro trata especialmente de filosofía y es algo subjetivo de narrar en una película. Casi hasta que empezamos a rodar, me devanaba los sesos preguntándome que debería quedar. Espero haber hecho lo mejor.