Mercados celebran tregua Estados Unidos-China, pero no todo es color de rosa

Mientras Wall Street se unía ayer al alza de los mercados asiáticos y europeos por el acuerdo entre Estados Unidos y China de no escalar la guerra comercial, algunos analistas recordaban otra tregua: en mayo, a medida que las dos mayores economías del planeta retomaban los diálogos, Beijing se comprometía a comprar más energía y productos agrícolas de EE.UU., y Washington postergaba la aplicación de aranceles.

Ese alto al fuego no duró y la Casa Blanca implementó los primeros gravámenes en julio. Hasta ahora, los productos chinos afectados suman US$ 250 mil millones.

Pero la tregua negociada en el G20 tiene una diferencia sustantiva con la anterior, dijo a DF el analista jefe para EE.UU. de Capital Economics, Michael Pearce: “Esta vez, el acuerdo lo negoció Donald Trump mismo. Su reputación está en juego y eso podría hacer que este alto al fuego sea más duradero”, sostuvo.

La cautela entre los analistas también se notó en la bolsa. El S&P 500 llegó a subir 1,5% en la mañana de ayer, antes de reducir el avance hasta cerca de 0,8%; en tanto, el Dow Jones llegó a saltar 440 puntos, pero luego el alza se redujo a 132 puntos.

Mientras los inversionistas celebraban la menor tensión entre China y EE.UU., también mostraban sus dudas sobre cuánto durará la tregua y si Beijing está dispuesto a ceder lo suficiente como para frenar nuevos golpes de Trump.

Piedras en el camino
El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, anunció ayer que el equipo de negociación estadounidense será liderado por el representante comercial de la Casa Blanca, Robert Lighthizer, y aseguró que la tregua generará “un acuerdo real”. También confirmó que Beijing reduciría los aranceles a los automóviles estadounidenses -hoy gravados con 40% por la guerra comercial-, aunque declinó dar detalles.

Pero la lista de deseos de Washington es larga y, además de la reducción de la brecha comercial y barreras no arancelarias, así como mayor acceso a mercados del gigante asiático, implica una revisión del plan estratégico “Hecho en China 2025”, que incluye subsidios y políticas de transferencia de tecnología.

“Eso es lo más difícil de hacer y no espero ver una reversión importante por parte de China”, dijo a DF el analista jefe para EE.UU. de Oxford Economics, Gregory Draco. “Hasta ahora sólo hemos visto palabras. Hasta que veamos acciones concretas, no estaría excesivamente optimista”, sentenció.

Por su parte, el principal asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, aseguró a periodistas que ambos países están “bastante cerca de lograr algunos acuerdos sobre robo de propiedad intelectual y transferencia forzada de tecnología desde EE.UU.”.

El factor Trump
El pacto de Xi y Trump da algo de certidumbre a inversionistas que habían pasado meses reaccionando a los vaivenes de la relación entre ambos países. Pero la mayoría de los análisis apuntaban a la fragilidad del entendimiento.

“El mayor riesgo es que no haya progreso, que durante los 90 días China no ceda en las mayores preocupaciones de EE.UU.: la transferencia de tecnología y la apertura de sus mercados”, dijo Pearce.

No obstante, también recordó las negociaciones con Corea del Norte, México o Canadá, en las que el mandatario se manifestó satisfecho con concesiones menores.

“Él no ha dado mucho a cambio de este alto al fuego”, sostuvo. “Si el punto de comparación son sus acuerdos comerciales previos, podría conformarse con poco”.