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Cuando un evento catastrófico ocurre, como los recientes sismos en México, existen herramientas financieras que pueden ayudar a mitigar los costos económicos que conlleva a un país su reconstrucción.
Desde el 2006, el gobierno federal, a través de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (Shcp), estableció una estrategia financiera que ayudaría a inyectar recursos al Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) a través de la contratación de un bono catastrófico, el cual puede usarse tanto para terremotos como para huracanes, si cumplen con parámetros específicos.
En agosto pasado, México renovó dicho instrumento de deuda con el Banco Mundial con una cobertura conjunta de US$360 millones, de los cuales 150 millones se destinarán para sismos, así como 100 y 110 millones para huracanes que impacten las costas del Océano Atlántico y Pacífico, respectivamente.
Fausto Hernández, investigador del CIDE, indicó que a través de este bono el país podrá acceder a US$150 millones por el sismo ocurrido el pasado 7 de septiembre en Oaxaca y Chiapas, ya que dicho evento alcanzó los parámetros de intensidad y ubicación establecidos por el Banco Mundial.
“Este tipo de bono tiene una duración de tres años, y durante ese tiempo el gobierno paga semestralmente cupones, pero si ocurre un evento contemplado en el contrato, México se queda con ese dinero y ya no tiene que seguir pagando esos cupones ,y el capital se usa para hacer frente a la contingencia”, explicó el especialista.
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