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Las Altas Consejerías que el presidente Juan Manuel Santos anunció tras su arribo a la Presidencia de la República, pueden asemejarse a lo que en el antiguo Israel era El Sanedrín, la asamblea de sabios que atendía asuntos específicos de gran importancia para la nación.
“Todo esto tiene su origen en el presidencialismo norteamericano, sobre todo en la presidencia de John Kennedy. No se trata de funcionarios expuestos a la opinión, sino de expertos que aconsejan y dan conceptos sobre temas específicos al presidente, sin que estos signifique que reemplacen a los ministerios”, explicó Vicente Torrijos, profesor de ciencias políticas y relaciones internacionales de la Universidad del Rosario.
Y así como en número varían, también lo hacen en funciones y, a juicio de los expertos consultados por LR, en sus calificaciones según su rendimiento. Actualmente, en Colombia hay diez Altas Consejerías Presidenciales: para el Buen Gobierno y la Eficiencia Administrativa, la Equidad de la Mujer, la Gestión Pública y Privada, la Paz, Asuntos Políticos, el Diálogo Social, la Convivencia y la Seguridad Ciudadana, las Comunicaciones, las Regiones y la Participación Ciudadana, y para los Programas Especiales.
Para Néstor Humberto Martínez, exministro de Justicia y del Interior, todas las carteras que asesoran al Jefe de Estado “de lejos” tienen una calificación muy alta, porque han cumplido una labor importante. “Han coordinado las políticas con mucha discreción y eficiencia”.
El senador del Polo Democrático, Iván Cepeda Castro, cree que a la hora de las evaluaciones depende de los asuntos y de los funcionarios. “No creo que pueda hacerse una formulación genérica. Hay asuntos específicos que están determinados por la ley, que justifican que hay un funcionario especializado para su función”.
Cepeda asume como indispensable en estos momentos, por ejemplo la Alta Consejería para la Paz en cabeza de Sergio Jaramillo Caro, debido al momento crucial que adelanta el gobierno de Santos en sus diálogos con las Farc en La Habana (Cuba).
“Pero hay otras cuya función habría que examinar a fondo. Una de estas, la que dirige Luis Eduardo Garzón (para el Diálogo Social). Me parece que ha sido una designación y un cargo que no ha tenido algún efecto práctico que se pueda destacar. Considero que en muchos de los asuntos que ha tenido que responder, se ha mostrado ineficiente. No ha justificado ni el cargo ni designación”.
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