Agregue a sus temas de interés

Agregue a sus temas de interés Cerrar

miércoles, 22 de enero de 2014

Si tenemos un país con una menor preferencia por el pago en efectivo, tendremos una economía más formal, en la cual el colombiano de a pie hará transacciones más seguras y eficientes, con costos más bajos, en menor tiempo y sin correr los riesgos que implica cargar grandes sumas de efectivo. En contraste, los corruptos, los lavadores, los traficantes de droga, los evasores, los mineros ilegales, los contrabandistas y los alzados en armas, enfrentarán grandes  dificultades para realizar sus actividades delictivas.

¿Cuál es la propuesta? Debemos lograr primero que todo que el efectivo que sirve para realizar estas actividades entre al sistema. Para lograrlo, se podrían cambiar en seis meses los billetes, bien sea porque retomemos la vieja propuesta de transformar su denominación, mediante la eliminación de tres ceros, o porque modifiquemos su color. Esto último podría hacerse solo con los de las denominaciones de $50 y $20.000 pesos, que son el 52 por ciento de las piezas emitidas y el 91% del valor del efectivo que se encuentra, en su mayor parte, en las caletas de los delincuentes y, en una proporción menor, en los bolsillos de los colombianos de bien.

Propuestas como esta pueden sonar utópicas, pero han resultado exitosas en el pasado. Voy a contarles unos pocos casos. El primero ocurrió en Estados Unidos, donde la legalización del juego en Las Vegas, en 1931, condujo a que la mafia invirtiera en casinos y hoteles. Estos negocios  permitían a sus propietarios manejar grandes sumas de dinero en efectivo sin contravenir la Ley. 

Para retirar una parte de los fondos mal habidos,  que circulaba de manera legal a través de estos establecimientos, la administración de impuestos de ese país optó por cambiar el efectivo por cheques, que debían cobrarse en los bancos. El segundo ejemplo tuvo lugar en España en 2002, a raíz de la adopción del Euro. En este episodio las autoridades establecieron que durante el primer semestre de ese año los bancos comerciales podían cambiar las pesetas por euros. Después de ese período debían acudir al Banco de España para hacerlo. Esta operación condujo a la bancarización de una parte considerable del efectivo y a su canalización hacia el crédito, que financió el incremento del consumo, la inversión y la actividad económica.  

El tercero tuvo lugar en Colombia, a raíz del robo de $24.000 millones de pesos al Banco de la República en Valledupar en 1994. Después de tres años, el emisor cambió la mayoría de los billetes robados, apodados “Vallenatos”, por unos nuevos con características diferentes. El último caso que quiero mencionar ocurre en la actualidad en Suecia, donde se ha reducido la preferencia por efectivo al 5% de la oferta monetaria.

El objetivo nacional debe ser no transar en efectivo, es decir, que todos los pagos se hagan por medios electrónicos. Para coadyuvar a ese propósito, los bancos deberíamos ofrecer cuentas y transacciones a precios ínfimos e inclusive gratis, y proveer mecanismos para la transaccionalidad electrónica, como vienen haciendo algunos de nuestros competidores, por medio de la telefonía celular, la internet y otros canales, que implican la inversión de cuantiosos recursos en tecnología.

Las autoridades entendieron hace tiempo esta necesidad. Por eso  primero establecieron la devolución de dos puntos del IVA para los pagos con tarjetas de crédito y débito en 2004.

*Apartes del discurso de apertura de la Convención Bancaria

LA REPÚBLICA +

Registrándose puede personalizar sus contenidos, administrar sus temas de interés, programar sus notificaciones y acceder a la portada en la versión digital.