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martes, 4 de julio de 2017

La innovación es importante para las organizaciones porque les permite ser más competitivos y actuar en un entorno donde solo quien esté a la vanguardia puede tener la posición más favorable en el mercado. Innovar, en estricto sentido, es crear una idea, y la herramienta que permite organizar de forma adecuada y eficiente los recursos para sacar su mejor provecho es la gestión de la innovación. Esta, puede abordarse desde diferentes ángulos para organizar los recursos en pro de su implementación, cabe destacar los siguientes: la creación de un modelo estratégico, las diferentes etapas y actividades para generar innovación, los recursos que se destinan, la estructura en la organización que permita apoyar el sistema de innovación, un plan de acción que contenga los objetivos y directrices y de igual forma indicadores que permitan medir el grado de innovación y evaluar las gestiones realizadas.

La creación de un modelo estratégico es lo primero que debe hacerse en la puesta en marcha de un modelo de gestión de la innovación. Consiste en el ejercicio de planificar y definir lo que se quiere conseguir. Para ello, es importante tener claro cuál es el estado actual de la innovación en la empresa, y a partir del conocimiento y diagnóstico de la situación, trazar el norte en la materia de lo que se quiere alcanzar.

Ahora bien, de nada sirve tener un modelo con objetivos a seguir si no hay un orden de etapas, fases y actividades que permitan tener un camino claro para conseguir los objetivos propuestos en el proyecto. Estas etapas o procesos, dependerán de cada actividad innovadora, y de la naturaleza de lo que se hace. Así como también se debe tener en cuenta la cultura organizacional y la estructura de recursos humanos disponibles para sacar adelante este propósito.

Los recursos que se destinan a la innovación, no solamente se refieren al factor dinero, que sin duda alguna es muy importante, sino que también toca aspectos como tiempo, recursos humanos, re organización de la cultura empresarial, apoyo de las directivas y los propietarios de la empresa a la gestión de la innovación, y en general el compromiso de los miembros del equipo innovador.

De otra parte, la estructura de la organización es un factor primordial en el éxito de la estructuración de un sistema de gestión de la innovación, porque la mayoría de las veces la creación de ideas, el intercambio, desarrollo e incentivo de las mismas depende de la verticalidad u horizontalidad de la organización. Intentar abolir el sistema de castas, y crear uno más horizontal, puede traer grandes beneficios en la incubación de la innovación.

Nada de lo anterior sería posible si no hay un plan de acción que permita establecer los objetivos, directrices, tiempos, responsables y mecanismos para poder estructurar un sistema de gestión de la innovación. Por ello, en la etapa de planeación, una compañía que desee estructurar su sistema de gestión de la innovación debe crear un cronograma con las acciones a seguir que permitan un ritmo constante de las actividades, y el desarrollo del programa hasta alcanzar los objetivos perseguidos.

Finalmente, evaluarse periódicamente estableciendo los indicadores adecuados le permitirá a la compañía saber cómo van sus procesos de innovación, y qué debe modificar o redirigir en otra dirección para conseguir las metas propuestas en la materia.

Gestionar la innovación es una tarea del diario vivir de la empresa, que necesita de unos responsables, una estructura, unos recursos y sobre todo de unos objetivos y metas que la organización quiera alcanzar.