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viernes, 3 de noviembre de 2017

A propósito de las noticias que han encabezado los principales diarios colombianos en los últimos días, el derecho a la huelga merece ser invocado, pues a pesar de ser un participante activo a lo largo de la historia laboral, en la actualidad pareciera que su objetivo se ha desvirtuado, siendo un instrumento poco efectivo cuando de lograr acuerdos se trata.

Hay quienes piensan que por las consecuencias que la huelga implica para los empresarios, esta se convierte en el elemento de negociación más valioso que tiene una organización sindical para lograr una mejora en las condiciones laborales, no obstante y sin negar que la huelga es, en efecto, un instrumento de persuasión para el empleador, a mi juicio, el ejercicio de este derecho se convierte en el primer paso de distanciamiento entre las partes negociantes, generándose una disputa que difícilmente volverá a considerar el camino de un diálogo concertado.

Así, una vez inicia la huelga, la guerra ha sido declarada, con ella se rompe el diálogo que se requiere en cualquier tipo de negociación y hace que las partes entren en un escenario de combate, en el cual prevalecerá la lucha de los egos y los intereses personales, de las posiciones políticas más fortalecidas que harán dejar de lado las verdaderas necesidades de quienes intervienen, por las que inició el conflicto, el cual se desviará hacia una lucha de titanes que se centrarán en demostrar quién es el más fuerte, desatendiendo aquello que para los dos se hace esencial, y es, la permanencia y sostenibilidad de la compañía que les brinda su sustento.

Se ha ignorado entonces, que la huelga es el punto más crítico de cualquier negociación colectiva, pero que tal sacrificio no conlleva a los resultados esperados. Genera la suspensión de las actividades empresariales, con todos los perjuicios económicos y sociales que eso conlleva, pero también se está afectando a cada trabajador, ya que estos dejan de percibir su salario por el tiempo que dure la huelga en consecuencia de la suspensión que se produce sobre sus contratos de trabajo, conforme lo dicta la ley en Colombia. La huelga va en detrimento de los intereses de todas las partes así como de las posibilidades de negociación en sí.

Lo anterior ha desatado efectos radicales alrededor del mundo; no en vano, en algunos de los países de avanzada en materia sindical, las huelgas son escasas por sus pocos resultados positivos, por nombrar algunos ejemplos encontramos a Estados Unidos, Rusia, Alemania, Austria, Polonia y Suiza, este último país, donde además se ha implementado en el sector industrial una tradición denominada “la paz en el trabajo”, que pretende evitar el conflicto colectivo laboral.

Sí, mi interés es cuestionar cuál es la verdadera utilidad o efectividad que las huelgas sindicales generan en la práctica, pues en los últimos años, no se ha observado un ejemplo contundente de una huelga que lleve a la concesión íntegra de las pretensiones de una organización sindical; por el contrario, luego de las abruptas afectaciones ocasionadas, todo se posiciona donde debió iniciar, con la intervención de un tercero neutral, objetivo y bien preparado que se convierte en la mejor garantía para los intereses de las partes intervinientes en una negociación colectiva; al sindicato le garantizará condiciones laborales justas y satisfactorias conforme al sector correspondiente y las disposiciones de ley y a la empresa le respetará sus posibilidades económicas, sus proyecciones administrativas y su competitividad y permanecía dentro del mercado en el cual se desarrolla.