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jueves, 3 de agosto de 2017

Cuando me hablan de arte, inmediatamente me ubico en la Florencia del renacimiento con los grandes pintores, en un taller lleno de bocetos, manchones, pinceles y una paleta con infinidad de óleos de distintos colores y tonos. También se me viene a la cabeza un maestro que de manera ingeniosa y paciente pretende transmitir un mensaje para la posteridad y que esa obra siga siendo admirada en las generaciones venideras.

Pues con una planeación patrimonial en una empresa de familia, se busca una finalidad similar a la de aquel gran maestro: que un patrimonio familiar trascienda de una generación a otra, que no desaparezca ni en la primera ni en la segunda generación de la familia, sino que en lo posible vaya más allá; que pase esa empresa de abuelos a padres y de aquellos a sus nietos.

Y es cuando debemos acudir, como lo hizo aquel maestro florentino, a nuestra paleta, ya no de colores y tonos, sino de herramientas jurídicas y legales para que, de manera ingeniosa y paciente, surja esa gran obra de la planeación patrimonial con vocación de permanencia.

Como las obras de arte son únicas, así mismo lo es la planeación. Cuando al gran Miguel Ángel le encargaron pintar la Capilla Sixtina, ésta fue una obra original y única que surge de la inspiración del gran maestro, bajo la solicitud que hiciera el papa Julio II, no se trataba de una copia de otra capilla o de un lienzo.

Lo mismo ocurre con la planeación. Es un ejercicio hecho a la medida particular de la empresa y de la familia accionista. Por eso, cuando viene un empresario a consultar por una planeación y simplemente dice “deme una copia de varios documentos o un link y yo me encargo del resto”, no podemos hacerle ese daño a esa empresa familiar, pues ese “vestido a la medida” con mucha seguridad no le quedará bien, ya que no es su planeación propia y particular, es la planeación de otro.

Esa planeación implica reuniones a todo nivel empresarial y familiar, para conocer la misión y la visión de la empresa, de la familia y de los accionistas, sus necesidades, sus preocupaciones, sus estrategias, para que al igual que el maestro renacentista, podamos tener claridad sobre qué colores de la paleta debo usar, así como sus tonalidades apropiadas para el caso en particular de esa empresa familiar.

El maestro del arte de la planeación, tiene en su paleta muchos colores y muchas tonalidades, una serie de herramientas interesantes para perfilar la particularidad de las necesidades de ese empresario, como capitulaciones o separación de bienes, testamentos, o una partición patrimonial en vida, fiducias civiles o mercantiles, blindar los estatutos con acuerdos de accionistas o precisiones en los mismo frente a demandas o embargos, tomas hostiles, o esquemas tributarios o, porque no, explorar un protocolo de familia.

Si me preguntan cuál es el éxito de esa planeación patrimonial, simplemente diría, que al igual que esa magnífica obra de la Capilla Sixtina aún perdura después de más de quinientos años, la planeación dependerá de la manera paciente e ingeniosa como el maestro mezcle esos ingredientes, tomando un poco de este color y un poco de aquel otro hasta dar con la tonalidad perfecta que el empresario y su familia le quieren dar a su empresa.

En siguientes artículos dedicaré algunas líneas a hablar de cada una de estas herramientas y de algunas sugerencias y recomendaciones para trabajar sobre esa planeación patrimonial.