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jueves, 24 de septiembre de 2015

La política salarial es uno de esos elementos que están marcando la diferencia entre las empresas B y el resto de empresas del mercado.

Problemas como la pobreza y la desigualdad están sobre diagnosticados, y sin duda el incremento en los salarios es un mecanismo efectivo para la superación de muchos de los retos sociales a los que actualmente nos enfrentamos.

La responsabilidad social empresarial empieza por las mismas empresas. En la mayoría de los casos el salario mínimo no es suficiente para cubrir las necesidades básicas de los hogares. No se puede hablar de responsabilidad empresarial en las compañías que mantienen en la pobreza a sus trabajadores o perpetúan las desigualdades sociales al establecer remuneraciones desiguales entre sus trabajadores. 

Sin importar la cantidad de premios que obtengan o la cantidad de donaciones que hagan, es incongruente que las empresas socialmente responsables remuneren a sus trabajadores de manera tal que nunca puedan tener un progreso económico sino que escasamente se garanticen la subsistencia. 

Conscientes de esto, las empresas B se están fijando más en el salario “ético” o en el salario “justo” que en el salario mínimo a la hora de determinar cuál será el salario más bajo dentro de la organización.

A diferencia del salario mínimo que es un valor acordado entre el Gobierno Nacional, los representantes del sector empresarial y del sector de trabajadores  que aplica en todo el país (para el año 2015 es de $644.350), el salario ético es un valor que puede variar de una región a otra atendiendo sus particularidades específicas. 

Entonces por ejemplo cuando la inflación en el promedio nacional sube 4% y el salario mínimo sube 5%, en promedio los trabajadores mejoran su situación. 

Sin embargo, en las ciudades donde la inflación haya sido superior a 5% esos trabajadores estarán peor que el año anterior. Aunque sea legal seguir remunerando a los trabajadores con un salario mínimo, no sería justo pagarles así, debido a que sus ingresos realmente serían menores.

Reconocer a los trabajadores una remuneración justa aumenta la tasa de retención en las empresas, aunque la carga prestacional aumente. Lo que se refleja a largo plazo como la reducción de un gasto en la vinculación de personal y aumenta el nivel de experiencia de los trabajadores.

Igualmente, al pagar mejores salarios las empresas atraen al mejor personal que tiene el mercado, lo que se termina traduciendo en un equipo laboral más competente. Esto demuestra que pagar buenos salarios en una buena inversión.

Teniendo en cuenta que los costos de reconocer un salario justo pueden ser difícil de asumir para las empresas por la incidencia que tiene en la determinación de muchos costos laborales. Las empresas interesadas en apoyar el crecimiento económico de sus trabajadores pueden implementar algún tipo de remuneración no salarial, respetando los límites que frente a este asunto ha establecido la ley laboral.