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jueves, 12 de octubre de 2017

Son muchos los retos del agro. Ahora, los abogados que nos dedicamos a la agroindustria tenemos aún más retos. ¿Cómo podemos trabajar juntos?
Para responder esta pregunta, identificamos algunos retos y, brevemente, describimos cuál puede ser la actitud del abogado, que más que un asesor, es un socio de cada uno de los proyectos que acompaña.

Primer reto: La formalización.
Es la primera necesidad, y una de las más importantes. La formalización cuesta, pero tiene sus ventajas. Vuelve a los empresarios del agro sujetos de crédito, les permite acceder a beneficios tributarios, económicos, acceso a importar o exportar con mayor facilidad, entre otros.

La labor de los abogados debe ser la minimización de los costos de transacción derivados de la formalización, y asesorar, debidamente, a los empresarios del agro (¡porque son empresarios! ¡Todos!) para que, tributariamente, sean óptimos, cumplan las normas y aprovechen el sinfín de normas que podrían beneficiarlos.

Segundo reto: La financiación.
Los abogados podemos ofrecer estructuras corporativas confiables y ordenadas, que garanticen la gobernabilidad, dejando reglas claras para minimizar el riesgo de los conflictos societarios.

A su vez, tenemos una importante Ley de Garantías Mobiliarias que, conociéndola y aprovechándola, podemos buscar las mejores formas de financiar los proyectos del agro.

También, creciendo ordenadamente, podrían crearse marcas, patentes o todo tipo de propiedad intelectual que, por demás, podría servir de garantía en una eventual necesidad de recursos.

Tercero: La modernización.
Hay que incentivar a los trabajadores del agro, que requieren un gran esfuerzo físico, para remunerar mejor y distinto su trabajo.
Por otro lado, inclusive, es posible pensar en franquicias o en modelos de agro replicables.

Tributariamente, en la actualidad, por ejemplo, hay arancel de $0 para importar maquinaria agrícola usada. Si se hacen invenciones, hay que registrarlas. Este puede terminar siendo el activo más valioso.

Cuarto: La comercialización.
Los abogados debemos buscar el mejor esquema contractual con cada cliente. No siempre es suministro, no siempre es una agencia mercantil, a veces puede ser un poco de cada uno.

Además, volvemos a las garantías. Deben ser ejecutables para los acreedores, pues esto disminuye costos de transacción y genera confianza en la celebración de cualquier negocio.

¡Mucho cuidado con el manejo de los datos personales que se hacen de los clientes! Omitir esto podría traer importantes sanciones.

No se pueden desatender las licencias. Es labor de los abogados ver qué actividad la requiere y, además, el agro es un sector sumamente regulado, donde el INS, el ICA, la Anla y otras autoridades pueden estar presentes.

El quinto: La exportación.
Es el gran reto. Tributariamente deben verificarse todos los aspectos relativos a la exportación, además que esto puede implicar un saldo a favor en IVA.

Si el contrato se ejecuta en Colombia, aplica la ley colombiana. Es algo que los abogados no podemos dejar de lado, y que el cliente tiene que saberlo.

Se debe asegurar el pago, y esto se logra a través de contratos y seguros ajustados a la necesidad de cada empresario del agro.

El reto es poder construir juntos un nuevo agro, y por ello, empresarios del sector y abogados deben acercarse, trabajar juntos y, como debe ser, formar un equipo y pedalear hacia el mismo lado.