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miércoles, 9 de agosto de 2017

Es indiscutible que la economía colombiana ha evidenciado durante el transcurso del año una gran desaceleración afectando negativamente los hogares y empresas en el territorio nacional. En este momento el pronóstico no parece ser alentador, por consiguiente son necesarias soluciones que se reflejen en políticas efectivas que mejoren considerablemente la situación económica actual en la que se encuentra el país.

Hasta el momento, la única industria que muestra un crecimiento superior es el sector agrario respecto de aquellos productos como el banano, las flores, la palma, la caña, la carne bovina, la avicultura, la porcicultura y principalmente el café, posiblemente gracias al desvanecimiento del conocido fenómeno de ‘El Niño’.

Si bien, se esperan mejorías en el sector de la construcción y un aumento del consumo como consecuencia de la disminución en las tasas de interés, el sentimiento de duda e inseguridad acerca de lo que está por venir sigue latente en los colombianos, sobre todo teniendo en cuenta las bajas cifras de crecimiento económico de 1,1 % que caracterizaron el principio del año 2017.

Al parecer los causantes de esta situación económica a la fecha han sido varios, resaltándose principalmente la caída de los precios del petróleo, la Reforma Tributaria estructural y el escenario político del país.

La disminución de los precios del petróleo acarreó resultados que afectaron no solo a la industria como tal, sino al presupuesto de la Nación y de cada uno de los colombianos. La cantidad de impuestos y utilidades que el país dejó de percibir como consecuencia de la reducción de crudo extraído en el territorio nacional, la subida del dólar, el aumento del desempleo e incluso el incremento de valor de los créditos como consecuencia del acrecentamiento de las tasas de interés, son apenas unos de ellos.

Dado que la crisis petrolera afectó las finanzas públicas, el Gobierno encontró parte de la solución en la expedición de la hoy muy criticada Reforma Tributaria estructural que no contribuyó a la ya economía menguante del país y por el contrario generó un impacto inflacionario debido al aumento de la tarifa impositiva en diferentes bienes y servicios, la disminución considerable del consumo, y por supuesto el desplome de la inversión, obligando a los hogares y las empresas a replantear su presupuesto.

Desde el punto de vista político, cabe destacar principalmente el proceso de paz, el escándalo de corrupción respecto del caso Odebrecht y la discusión política por causa del debate electoral, lo cual genera aún más incertidumbre respecto de lo que ocurrirá con la inversión y el consumo en el país.

Si bien hay destellos de mejoría en los escenarios antes mencionados, se espera que el Gobierno Nacional pueda tener ya listas las herramientas precisas para mejorar los números del semestre anterior y entrar en una etapa de recuperación. Aunque aún hay incertidumbre no cabe duda que para evitar una etapa de recesión es necesario prender las alarmas y empezar a buscar soluciones para reactivar de forma positiva la economía colombiana siendo importante estudiar para ello los riesgos, circunstancias y coyunturas actuales con el fin de realizar un mejor análisis y así regenerar la confianza tanto en los consumidores colombianos como de los potenciales inversionistas.