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lunes, 23 de octubre de 2017

Sin lugar a dudas, el mayor éxito para los jugadores profesionales de fútbol y su posición jurídica frente a sus clubes fue la decisión Bosman, en la que se termina con el derecho de retención sobre los jugadores y que los clubes ejercían con total libertad. Hasta ese momento, en contra de toda lógica, los clubes podían impedir cualquier transferencia de un jugador aún sin tener contrato de trabajo vigente. El mal llamado pase. La decisión, del Tribunal de Justicia Europeo, equilibró de manera importante la relación jugador trabajador - club empleador. Fifa, a pesar de no estar bajo jurisdicción de dicho tribunal acepta la decisión y modifica el sistema internacional de transferencias. Durante algún tiempo el sistema funcionó y los jugadores lograron avances importantes de movilidad y posibilidad de escoger club o de dar por terminado el contrato de trabajo y buscar mejores oportunidades en el evento en el que el club empleador incumplía sus obligaciones.

A partir de ese momento, los clubes, de manera desesperada han buscado una figura que les permita volver a detentar un derecho de retención sobre sus jugadores, algunas de manera fraudulenta, con contratos falsificados, transferencias fallidas con anuencia de Fifa y otras linduras. Se impuso sobre estas malas prácticas la cláusula rescisión, que en resumen no es mas que fijar de antemano un “precio de salida” del jugador. Estas cláusulas son implementadas en España desde 1985 y poco a poco la mayoría de clubes las han ido incluyendo en sus contratos de trabajo. La transferencia de Neymar por una suma astronómica fuera de las posibilidades de casi cualquier club ha vuelto a poner en la mira de las autoridades el sistema actual de transferencia.

Ya desde hace dos años, pero con vigencia actual, la agrupación que aglutina los sindicatos de jugadores de la mayoría de países futboleros del mundo (Fifpro) inició una reclamación ante la Dirección General de Competencia de la Comisión Europea, pues indica que este sistema atenta, lógicamente, contra la libre competencia entre los diferentes clubes de fútbol.

Varios son los argumentos para sustentar esta afirmación, indica Fifpro que el sistema actual de transferencias conduce a una posición dominante de unos pocos clubes en detrimento de la gran mayoría que cada vez ve más difícil, por la espiral alcista en los costos de transferencia, formar una plantilla que le permita competir de igual a igual con los grandes equipos con fondos prácticamente ilimitados.

Indica Fifpro igualmente que este sistema de transferencias afecta la posición de los futbolistas profesionales, pues reduce las posibilidades y oportunidades de trabajo de estos trabajadores y los términos en los cuales son ofrecidos los nuevos contratos.

Finalmente afirma que este sistema beneficia a unos pocos clubes y países y que la riqueza general del fútbol no se redistribuye, como era la intención del Fifa y por el contrario la concentra en cada vez menos clubes.

En Colombia, para terminar, son utilizadas estas cláusulas de manera absolutamente abusiva, obligando a los jugadores a firmar contratos de trabajo por el salario mínimo con cláusulas de rescisión de más de dos millones de dólares. Dos dudas me surgen; ¿son ajustadas al ordenamiento laboral estos acuerdos? De resultar afirmativa la respuesta ¿no se está abusando de una posición dominante al pactar sumas enormes de indemnización frente a salarios extraordinariamente bajos?