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lunes, 20 de noviembre de 2017

Hasta hace algún tiempo, ser deportista profesional implicaba tener unas habilidades extraordinarias para desempeñar alguna actividad física, entrenar mucho y ganar, con estas habilidades especiales y mucho trabajo se lograba destacar, un buen ciclista debía entrenar y tener buena bicicleta, un beisbolista además de lo anterior, contar con un gran equipo que lo arropara y con eso era suficiente. Las relaciones privadas de los deportistas nunca eran analizadas, servían en algunos casos como artículos de farándula o en un mal caso de las secciones judiciales de la prensa sin que afectara el desarrollo deportivo del implicado. Releyendo un poco las noticias de hace algún tiempo, eran famosas las golpizas que Carlos Monzón le propinaba las mujeres sin que la prensa y mucho menos las entidades organizadoras del boxeo.

El deporte, como cualquier actividad económica, se vio desbordado con el avance de las telecomunicaciones y la separación cada vez menos evidente de la vida privada de la actividad deportiva propiamente dicha. Muchas personas ven al deportista como un modelo a seguir, los grandes negocios los ven como vitrinas y maniquíes para sus productos; con esto el deportista profesional deja de ser un especialista en determinada práctica y pasa a ser una figura pública.

Por otra parte, muchas conductas hace algún tiempo eran objeto de risa, luego fueron censuradas como no apropiadas, hoy en día entran a formar parte de los códigos disciplinarios como prohibidas y condenadas con sanciones importantes. Caricaturas, apodos y comentarios de hace uso 15 años hoy en día son fuertemente censuradas y castigadas en muchos casos.

Las ligas americanas, mediante convenciones colectivas tienen códigos de conducta para dentro y fuera del campo que hacen que un atleta que incurra en violencia de género sea inmediatamente sancionado, aún en contra de lo que las autoridades indiquen, ocurrió así con el corredor de los Dallas Cowboys Ezekiel Elliot quien a pesar de haber sido absuelto por la justicia ordinaria de una denuncia de violencia doméstica, está en este momento suspendido por seis juegos. Me identifico con estas políticas de cero tolerancia con violencia de género, llama la atención eso si la autoridad del comisionado de la liga profesional de fútbol (NFL) que puede pasar por encima inclusive de una decisión judicial. Dos conductas menos violentas y, como lo dije al principio hasta hace muy poco admitidas como graciosas fueron castigadas, en la pasada serie mundial, el jugador Yuli Gurriel de los astros de Houston y hace una semana Edwin Cardona hicieron el mismo gesto, estirarse los ojos para parecer oriental, con malas consecuencias, el beisbolista fue sancionado con varios partidos y parece que a Cardona le espera una sanción similar por realizar gestos racistas.

Los deportistas no pueden hablar tranquilos, se generalizó taparse la boca para comentar pues se llega al exceso de conseguir quien pueda leer los labios de una persona para sancionar; tal fue el caso de Lionel Messi hace poco en un partido de las eliminatorias.

La actividad del deportista profesional ha cambiado, se hace cada vez mas compleja, se le da mucha más importancia que hace unos años.