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  • Guillermo Cáez Gómez

miércoles, 28 de noviembre de 2012

En una de mis primeras columnas abordé el tema referente a la falta de oportunidades de algún niño que un día me cruce, hoy tristemente, la revolución educativa no ha servido mucho, el modelo actual no esta cultivando verdaderos proyectos de vida, simplemente esta cumpliendo un mandato Constitucional, como dicen en la costa, como por no dejar.

En este caso no es un niño con coeficiente intelectual superior, pero si probablemente con capacidades excepcionales para el deporte, su nombre es Omar, conocí su historia por intermedio de su orgullosa y trabajadora madre, quien me ayuda con las labores del hogar. Omar es canoista de la liga de canotaje de Bogotá, tiene dieciséis años y en tan solo dos años de practica tiene un palmares envidiable, siete medallas de oro, sin contar con las de plata y bronce; esto sumado a su calidad humana lo hacen un verdadero ejemplo a seguir. Ingresó a la liga de Bogotá en 2010 siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, con los bolsillos vacíos, pero el corazón lleno de esperanza, en estos dos años su trasegar ha sido como el de muchos colombianos dedicados al deporte de alta competencia, con las uñas y el esfuerzo de su madre ha logrado participar en las pocas competencias que ha podido, siempre logrando resultados satisfactorios para la ciudad.

Hoy, como millones de coterráneos se encuentra en una encrucijada, buscar el apoyo que una Bogotá Humana debe brindar, emigrar a otro Departamento o región buscando mejor suerte o desistir y probablemente no lograr tener un proyecto de vida sustentado en su sueño, ser deportista de alto rendimiento en un deporte poco incluyente y con una política pública de roscas.

Si, debemos aceptar que el apoyo y grades patrocinios están reservados para el futbol, deporte del cual soy aficionado, pero que no nos ha dado los réditos que si nos han entregado los deportistas de alto rendimiento, deportistas que como Omar se han “guerreado” cada gramo de oro, plata o bronce que pesan sus medallas. El objetivo debe ser no olvidar lo que realmente debe considerarse como riqueza en un país, el cual se mide por los fríos economistas en lo que genera el crecimiento del PIB, apartando de su estudio el recurso humano, que al final es la verdadera fuente de crecimiento.

Señor Alcalde, es hora que Bogotá lidere verdaderos programas de transformación y apoyo a los talentos nacidos en nuestra ciudad, una verdadera escuela de semilleros en todas las áreas del conocimiento y práctica de disciplinas deportivas, que no solo nos lleve a la vanidad de ganar unos juegos nacionales, sino que nos de la satisfacción de poder darle a las generaciones venideras esperanzas y verdaderas herramientas para desarrollar talentos, y no oficios, es hora de que pasemos la página en donde los talentos se fugan o se frustran por falta de apoyo y espacio para desarrollarse, convirtiendo a nuestros jóvenes en sujetos verdaderamente útiles en la sociedad; políticas como estas son mas eficaces para evitar violencia y disgregación más que tender a la prohibición, en la educación esta la respuesta, esa es la verdadera revolución.  

Por eso el llamado desde estas líneas es para que no solo a Omar se le abra un espacio de apoyo deportivo; este debe ser integral, de acompañamiento en su proceso de crecimiento personal y también profesional; pero también lo es para que a muchos jóvenes que hoy permanecen en el anonimato y viven en el desazón por la falta de coherencia en la política publica deportiva, cuenten con que de verdad Bogotá si es humana y no solo un eslogan.
 

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