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jueves, 9 de febrero de 2012

La Quinta Conmemoración del Holocausto Judío fue un acto de solidaridad del gobierno de Colombia con la comunidad judía y el estado de Israel. Por supuesto, aquel evento reviste un significado de insuperable dimensión y de profunda emotividad. Muy pocas familias judías carecen de algún familiar asesinado por los nazis.

Pero no fue solo la muerte. Murieron una tercera parte de sus integrantes alrededor del mundo (6.000.000 de judíos y entre 40.000.000 y 50.000.000 no judíos). Fueron primero engañados, humillados, deshumanizados, confinados, despojados, hambreados, esclavizados, con sevicia torturados, atomizados y luego, en la soledad más espantosa, sin piedad, asesinados.

Para los judíos, para el Estado de Israel, para el mundo entero y para la historia, fue el Mal Absoluto; el asesinato organizado por el estado alemán e industrializado; la utilización desinhibida de la fuerza bruta. La coacción hizo la ley y la legitimidad (mightmakesright). Junto a ellos, les fue dado el mismo tratamiento a todos quienes a la malvada locura nazi les parecían seres inferiores subhumanos: gitanos, retrasados mentales, gente con defectos físicos, homosexuales, izquierdistas, testigos de Jehová y posteriormente, eslavos y de razas que no fueran germanas.

Al acto en el Congreso fueron invitados niños de grupos y etnias perseguidas y abandonadas de Colombia, en memoria de la enorme injusticia y la deuda histórica para con ellos. Cada uno encendió una vela: una niña wayuu, una niña desplazada, una niña afrodescendiente, una niña gitana, un niño sordomudo y un testigo de Jehová. Nos recordó el embajador de Israel que este país surgió de las cenizas de la guerra, con un esfuerzo sobrehumano de los refugiados sobrevivientes de los campos de concentración, llegados mal a su patria ancestral en muy malas condiciones físicas y mentales a enfrentar, tres años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, el ataque de 500 millones de árabes, quienes tampoco les reconocían el derecho a la vida. Sesenta años después de ésos acontecimientos, enfrentamos nuevas formas de antisemitismo. Como dijo Fidel Castro, nadie ha sido tan difamado como los judíos. Chafarotes vecinos de Colombia maldicen rabiosamente la existencia del Estado del Israel.

Bajo cualquier excusa anodina, allanan con fuerza desproporcionada el colegio judío local; ataviados con el disfraz del hampa común, desacran la sinagoga y roban archivos y documentos; expropian y roban negocios, terrenos, edificios, con el solo capricho del señor presidente. Como dijo el embajador de Israel, el holocausto empezó con los discursos de odio de los mandatarios de turno, encabezados por Hitler. Los discursos de odio generan odio. Como nos advirtió el embajador alemán, lo inimaginable se hizo realidad.

Invitar al presidente de Irán para negar el holocausto y de esta manera tratar de deslegitimar la existencia del estado de Israel, solo los relaciona con la ideología que movió a Illich Ramírez (Carlos El Chacal) en su periplo europeo, con que no sean en la febril imaginación de terroristas y chafarotes (o gorilas, que es lo mismo Ghadaffi, Hussein? Le faltó invitar al IdiAmin, pero no coincidió en el tiempo). En las leyes aprobadas por el Congreso colombiano recientemente, comentadas en el acto por Vargas Lleras, se mide la civilización de un pueblo y de un gobierno. Promulgaron una ley, ejemplo internacional en legislación anti-discriminación y otra que hace ilegal negar el holocausto. En esto, Colombia se acerca a los de Alemania y los países nórdicos.

El presidente del Congreso, como anfitrión, comentó que Colombia entiende, con el corazón pesado, las terribles memorias que nos recuerdan dolorosos episodios de nuestra propia historia, por lo cual con orgullo se promulga la ley de víctimas, precisamente con el objeto de proteger y compensar a los más vulnerables, razón de ser de un gobierno progresista. Este último intenta introducir en la enseñanza de los colegios a nivel nacional tanto el holocausto judío como las masacres y asesinatos en el país, para que esa conciencia y memoria nacional impida la repetición de esas tragedias en el futuro. El mejor homenaje a los maltratados y asesinados es no olvidarlos. Lo que no puede suceder otra vez es que nadie hizo nada y la lección no se aprendió.

Antecedentes
En el Congreso de la República de Colombia se efectuó, el 26 de enero pasado, la Quinta conmemoración del Holocausto Judío durante la Segunda Guerra Mundial, convocado por el Gobierno y el Centro de Información de la ONU y la Embajada de Israel. Asistieron el presidente del Congreso, el Ministro del Interior y los embajadores de Israel, Alemania y Polonia.

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