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jueves, 9 de enero de 2014

El número de letrados de importantes firmas legales que emigran a las asesorías jurídicas de compañías cotizadas y multinacionales va en aumento tras la disminución de trabajo en algunos bufetes.

Hace apenas un año a nadie le sorprendió que, tras la marcha de Jaime Pérez Renovales al equipo de Soraya Sáenz de Santamaría en Moncloa, Santander decidiera fichar para el puesto de director de la asesoría jurídica de negocios del banco a Javier Illescas, socio de Uría Menéndez, uno de los bufetes de cabecera de la entidad que preside Emilio Botín. Hace unas semanas el socio de Simmons & Simmons, José Blanco, se incorporaba como director adjunto al secretario general del Grupo Ferrovial. No son los únicos casos.

En los últimos años, coincidiendo con la crisis económica, ha aumentado una tendencia que se fue asentando con la consolidación en las empresas de potentes asesorías jurídicas internas que sólo precisaban asesoramiento externo para determinados asuntos. La actual coyuntura económica ha propiciado que un mayor número de abogados de bufetes estén en predisposición de fichar por los departamentos legales de grandes empresas.

“El crecimiento de los despachos hasta el 2008 ha sido exponencial, pero la crisis ha provocado un descenso de actividad, por lo que algunos han tenido que reducir equipos, a veces de manera consensuada. La salida a una empresa supone una oportunidad para el despacho de contar con uno de los tuyos en casa de un cliente. Es una extraordinaria oportunidad para ambos”, explica Mari Cruz Taboada, socia directora de Iberian Legal Group, al que pertenece el grupo de abogados internos de empresa Iberian Lawyer In-House Club.

Pero, más allá de la crisis, el letrado de gran despacho siempre ha sido atractivo para las compañías y es mucho más usual que el camino que toman los abogados de los negocios se produzca desde los bufetes hacia las asesorías y no al revés. Según explica el socio director de la consultora Norman Broadbent, José Ignacio Jiménez, el principal handicap para un abogado de empresa en relación con un cambio a despacho es que, “como consecuencia de su rol in house monocliente -es decir, su empresa-, no tiene cartera de clientes, algo que en un bufete es fundamental dentro de un escenario que tiende a buscar la rentabilidad del negocio. Además de no disponer de esa cartera, lo normal es que no haya desarrollado tampoco las competencias adecuadas para realizar la labor comercial necesaria de cara a captar negocio para el despacho”.

Otra barrera, apunta Jiménez, es que “un letrado interno suele tener un perfil generalista dentro de sus capacidades técnicas jurídicas, y en los despachos de abogados hay una especialización por prácticas muy marcada, lo que también dificulta el camino desde la empresa hacia un bufete”.

La tendencia es clara en la dirección opuesta: del bufete a la empresa, ya sea para ocupar un puesto en la asesoría jurídica, incluida su dirección, o de secretario o vicesecretario general y del consejo de administración.

Javier Moreno, socio director de Iuristalent, cree que la tendencia va en esta dirección “porque un abogado de firma ha adquirido una experiencia y un rodaje profesional normalmente más exigente y amplio que en la empresa. Especialmente las grandes firmas son muy buenas escuelas formativas y se tiene acceso a temas complejos que permiten conocer realidades empresariales muy diversas”.

Conciliación
El cazatalentos legal añade que “a los abogados les atrae el entorno empresarial e internacional, la identidad corporativa o la idea de tener un solo cliente en el que focalizarse y, a veces, buscan, con su paso a la empresa, una mejor calidad de vida”.

Precisamente este último aspecto es uno de los que más se toman en cuenta a la hora de emigrar de los despachos a las compañías. “En la empresa hay una cultura más favorecedora y definida en cuanto a políticas de conciliación y flexibilidad. Los despachos todavía no han conseguido dar este paso y siguen existiendo planes de carrera muy exigentes, que suponen la máxima implicación, sea cual sea la fase vital de la persona”, asegura Moreno, quien añade que por esto perjudica más a las mujeres que quieren ser madres, que son más proclives a dar el salto a las asesorías de las empresas.

Lo mismo opina Jiménez. “Si analizamos las estadísticas, claramente es así. La realidad es que en los despachos relevantes de España la media de mujeres socias sobre el total es de 12%, cuando en las contrataciones de primer año hay actualmente equilibrio de género o incluso mayor número de letradas. Por el camino, por tanto, se quedan muchas abogadas que cambian en su mayoría hacia el mundo de la empresa”.

Conseguir nuevas habilidades
Los abogados provenientes de bufetes que se incorporan a las empresas deben, según aseguran los expertos consultados, desarrollar nuevas habilidades directivas, ya que en la mayoría de las compañías, este tipo de profesionales será considerado por sus nuevos superiores un experto más.

“Ha de gestionar proyectos, equipos internos y externos y ha de conocer a fondo el sector y el negocio de la empresa, además de saber de los temas preventivos, compliance y responsabilidad social corporativa”.

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