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  • Colprensa

viernes, 24 de enero de 2014

El ministro de Justicia, Alfonso Gómez Méndez, señala que la posibilidad de refrendar mediante una consulta popular los acuerdos que eventualmente se logren con las Farc en La Habana, Cuba, es una opción arriesgada, pero conveniente.

En entrevista, el funcionario explica qué idea tiene el Gobierno con el referendo, da cuenta de la propuesta de las Farc en materia de cultivos ilícitos, entre otros temas.

El presidente Santos planteó la posibilidad de hacer una consulta popular para refrendar los acuerdos con las Farc, ¿cómo se haría?
Durante todos los procesos de paz qué ha habido en Colombia, unos exitosos y otros menos, los Gobiernos han utilizado mecanismos tradicionales, señalados por la Constitución, como leyes de amnistía e indulto, y la característica de esos procesos es que ninguno fue sometido a refrendación popular, tal vez porque se parte de la base de que tanto el Presidente que negocia los acuerdos, como el Congreso que concede los instrumentos necesarios, son de origen popular. Por primera vez en la historia, el presidente Santos ha planteado, no porque fuese necesario, sino porque lo considera conveniente, que unos eventuales acuerdos sean popularmente refrendados.

¿Por qué lo hace?
Es la primera vez en la historia de Colombia que un Presidente decide ir más allá de las normas constitucionales formales que le permitirían consolidar acuerdos. Por eso presentó al Congreso el llamado referendo para la Paz, que es una autorización al presidente para que eventuales referendos pudieran coincidir con unas elecciones, cosa que hoy no es posible. Fue una autorización al Presidente, no un mandato para someter los acuerdos a referendo. Luego, en esa orden de ideas, lo que ha planteado el presidente es una opción que se podría dar.

¿Ya es definitivo que se hará una consulta?
Es apenas una idea que no se ha desarrollado. El Presidente lo que creo quiso decir es que, por su talante democrático, quiere llevar esto al pueblo y que los instrumentos adecuados los va a manejar llegado el momento, de acuerdo con las circunstancias: la consulta popular, muchos acuerdos probables que supondrían una reforma constitucional o un referendo para que los colombianos digan sí o no. Podría ser algo parecido a lo que se hizo en 1957, cuando la gente voto para formalizar las instituciones que dieron lugar pie al Frente Nacional.

La negociación en La Habana podría llegar hasta los dos años, le ha costado mucho al Gobierno y podría llevar a la guerrilla a dejar las armas, ¿por qué arriesgarlo todo al final en una votación de sí o no?
Es una decisión política arriesgada del Presidente. Pero creo que es importante para que haya un proceso de paz estable y duradero, para que no haya ninguna opción de controvertir lo que allí se acuerde; eso es lo que hace que el Presidente se esté jugando esta carta. Es riesgosa, es verdad, pero tenemos el convencimiento dentro del Gobierno de que siendo este el asunto más importante de la agenda pública, poner fin a semejante guerra fratricida y absurda, el pueblo colombiano va a entender la magnitud del esfuerzo que está haciendo el presidente Santos por entregarles a las generaciones futuras un país en paz.

Ese mecanismo de refrendación se concertaría eventualmente primero con la guerrilla…
Es asunto que se puede conversar en la mesa de negociaciones, pero no se les olvide una cosa: el director del proceso es el Presidente de la República, él es el director de orquesta.

¿Los mecanismos de justicia transicional que se definan para las Farc también serían motivo de consulta? Por ejemplo, ¿preguntar cuántos años de cárcel van a pagar los guerrilleros o si no van a pagar?
Hay un punto donde no puedo entrar a opinar todavía, porque esta parte de la negociación la está manejando la comisión negociadora en La Habana. Esos van a ser asuntos que se discutan en la mesa. Como Gobierno lo que decimos es que este será un proceso enmarcado de los criterios de verdad, de justicia y de reparación. Lo que está por verse es la cantidad de justicia necesaria para conseguir la paz. Pero el pueblo colombiano puede tener absoluta certeza de que el presidente no se va a salir ni del marco de la Constitución ni de los compromisos internacionales ni de la jurisprudencia de la Corte Constitucional.

¿Qué tipo de aprendizaje en justicia transicional, de lo que ya se ha hecho en Colombia debe tomarse para que no se repitan errores en los acuerdos con las Farc?
Lo que se hizo en Justicia y Paz tuvo unos resultados positivos, pero también muchas falencias. ¿Cuáles serían los errores que a mi juicio no se deberían cometer? Debe haber claridad desde un comienzo en los instrumentos, en los medios que se utilizan y en los fines. Segundo, debe haber verdad. No hay paz estable sin que se conozca la verdad, cosa que en parte no fue posible en el proceso con las Autodefensas, pues hubo una verdad a medias cuando los paramilitares comenzaron a padecer de Alzheimer selectivo.

Colombia tiene derecho a saber lo que pasó, la verdad completa, la verdad de todos los lados, de la guerrilla y del establecimiento. Y sobre el debate de la verdad, se piensa en la reparación. Por eso, siempre dentro de la negociación, está en mente la reparación de las víctimas, el reconocimiento de las víctimas.

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