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  • Germán Corcho Tróchez

jueves, 16 de enero de 2014

Más de la mitad de los parlamentarios que ocupan los puestos del Congreso de la República, son los mismos que hacen parte de la carrera electoral que ya comenzó y culmina el próximo 9 de marzo en las urnas. Los demás buscarán un nuevo empleo, en parte porque algunos ceden su curul a familiares suyos.

LR confirmó que 175 de los 268 que conforman la rama legislativa, están registrados como candidatos al Senado y la Cámara de Representantes por nueve colectividades, entre partidos y movimientos políticos. Así se puede establecer al hacer una comparación entre los registros públicos de la Registraduría Nacional del Estado Civil con los de ambas corporaciones.

“Esas cifras siempre son elevadas porque, generalmente, en Colombia el poder legislativo representa el gran poder territorial de los barones, los empresarios y las familias tradicionales del poder”, afirma el politólogo Germán Sahid Garnica, docente de la Universidad del Rosario.

El cotejo también permite saber que los planes entre unos y otros son diferentes. De los 166 representantes, 112 tienen planes de mantenerse en el Congreso y 20 pretender alcanzar la cámara alta: siete liberales, seis del Partido de La U, tres conservadores, dos del Polo Democrático Alternativo y dos de Cambio Radical.

En cuanto a los 63 senadores que oficializaron sus candidaturas, solo dos preferirían convertirse en representantes: Germán Bernardo Carlosama López, del movimiento Autoridades Indígenas de Colombia (Aico) por Cundinamarca; y Édgar Alfonso Gómez Román, del Partido Liberal por Santander.

Juan Carlos Gómez, director del Observatorio de Medios de la Universidad de La Sabana, asegura que dicha tendencia no tiene nada que ver con un plan de renovación. “Es un enquiste que quiere hacer metástasis. No es producto de cambiar circunstancias o renovar, sino un cálculo de los beneficios que representan estar en el poder”.

Unos se van, otros se quedan No todos los que saldrán por su propia voluntad, lo harán del todo. Hay casos en los que cambia el nombre, pero se mantiene el apellido.

En Atlántico el líder del clan Char, Fuad Char Abdala, le entregó su bendición en Cambio Radical al menor de sus tres hijos: Arturo Char Chaljub. De ganar, será su segunda vez en el Senado de la República.

También aparece Karime Mota Morad, del Partido de La U. La reemplaza como candidato al Senado su esposo Eduardo Enrique Pulgar Daza. Al exconcejal, la Procuraduría le levantó hace poco una sanción disciplinaria de 20 años por “irregularidades detectadas en el millonario cobro mediante acción de tutela de las prestaciones sociales y sueldos de más de un centenar de personas que supuestamente laboraron en el Concejo y la Personería de Barranquilla”.

En esa misma colectividad, Andrés Felipe García Zuccardi intentará llenar el espacio que dejaron sus progenitores: primero su padre, Álvaro García, y luego su mamá, Piedad Zuccardi. El primero condenado y la segunda llamada a juicio por la Fiscalía, por nexos con grupos paramilitares.

Y en el liberalismo aparece Andrés Cristo Bustos, hermano del actual presidente del Senado, Juan Fernando Cristo. Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral (MOE), advierte que ejemplos como los cuatro anteriores no pueden catalogarse como reemplazos o nuevas caras.

Por el contrario, es una segunda categoría que surge porque los actuales legisladores han sido condenados, están siendo investigados o consideran que es el momento para otro integrante del partido o la familia.

“Son casas políticas que se mantienen. Por ejemplo el senador Cristo, que no va pero sí su hermano”, menciona. “ Si se mira quiénes son los familiares de quienes no van a aspirar, es posiblemente que se suba el número. No repiten ellos, pero sí a través de segundos”.

Gómez no se aleja de esa postura. El especialista de La Sabana califica las movidas entre parientes como un enquiste que busca hacer metástasis.

“Hay muchos que han desarrollado un proceso y creen que los votos obtenidos les alcanzan para el Senado. No es producto de cambiar circunstancias o renovar, sino de un cálculo de los beneficios que representa estar en el poder político”, explica. El politólogo Sahid Garnica contextualiza en que el fenómeno para las próximas elecciones, tiene un aliciente: la posibilidad de que el presidente Juan Manuel Santos obtenga la reelección.

En ese sentido es relevante entender que el diseño constitucional colombiano fue estructurado para que se combine lo local con lo nacional, y viceversa.

“Con la ley de regalías el Gobierno gira plata para los departamentos, dinero cuya ejecución depende de los proyectos de ley que se idean desde estos, por parte de los congresistas, los municipios y los distritos”, explica Sahid, para quien lo importante es generar gobernabilidad al Jefe de Estado de turno. “En este caso, el presidente Santos ha basado su administración en la Unidad Nacional: la mayoría aspiran a reelegirse porque el presidente Santos quiere reelegirse”.

Las opiniones

Germán Sahid Garnica
Profesor de la Universidad del Rosario

“Es importante para los partidos que los parlamentarios se reelijan. El poder local en Colombia es terrateniente-familiar y la renovación, poca. Puede que cambie el personaje y el nombre, pero lo sucede en un familiar”.

Alejandra Barrios
Directora de la Misión de Observación Electoral - MOE

“No es positivo que tengamos un Congreso con poca movilidad, puesto que en esa medida se mantienen las mismas costumbres y posturas. No entra aire fresco con suficiente capacidad para renovarlo”.

Juan Carlos Gómez
Director del Observatorio de Medios, Unisabana

“Uno ve algo muy genérico: una clase política que se enquista y quiere mantenerse en el poder. Y que los grandes problemas, que ellos no han podido resolver, seguirán porque no hay interés en resolverlos”.

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