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Analistas 09/03/2020

Endeudamiento y políticas macro - prudenciales

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

La opinión pública debe estar bastante confundida, pues en semanas recientes ha escuchado mensajes contradictorios sobre la demanda agregada y su relación con el abultado endeudamiento de los hogares. De una parte, se tienen voceros del Banco de la República (BR) que han dicho que el buen momento de la demanda agregada (creciendo casi 5% real durante 2019) se debe a la mayor credibilidad de la política económica que se manifiesta en el mayor endeudamiento de los hogares (creciendo a un exagerado 11% real).

Pero, de otra parte, la Superfinanciera ha expresado sus preocupaciones por: i) esa exagerada expansión del crédito de consumo, a contrapelo del escalamiento del desempleo a niveles urbanos del 11% y la contracción del -1% en la absorción del empleo; ii) la extensión de los plazos de dicho endeudamiento, donde la porción a 3-5 años se ha elevado del 25% al 35% de los hogares y con libranzas a 15 años que ya representan casi un tercio de dichos créditos, queriendo decir que cada vez amortizan menos que proporcionalmente a capital; y iii) la asimetría entre la generación crediticia bancaria y los mecanismos de “recompra de cartera”; lo cual hace difícil evaluar las garantías existentes y las posibles trayectorias de las moras en esas “cosechas crediticias”.

Esta visión de la Superfinanciera coincide con la preocupación que expresáramos recientemente al evaluar el desempeño del PIB-real del 2019 y perspectivas 2020, donde concluíamos que el 3,3% de crecimiento del 2019 no podía dejarnos tranquilos debido precisamente a que sus fuentes de expansión no eran las adecuadas.

Por el lado sectorial, la industria, el agro y la construcción continuaron con pobres resultados, mientras que el impulso gubernamental de emisión de TES a la salud y el mayor gasto operativo era claramente insostenible. Por el lado de la demanda, el mayor déficit externo (4,4% del PIB) tiene ribetes más de consumo que de inversión, donde este último componente todavía no supera el 22% del PIB (vs. el 28% de hace un quinquenio).

Además, al analizar la composición de la brecha externa, el BR ha omitido analizar el extraño papel que vienen cumpliendo las remesas del exterior al expandirse en ‘sospechosos’ US$3.000 millones en los dos últimos años. Claramente, ello está más asociado al efecto del narcotráfico repatriando capitales, que a la generosidad de los expatriados. De hecho, estos últimos se han reducido de cinco a unos cuatro millones y sus salarios en dólares difícilmente habrían crecido al 10% anual (en dólares), cifra requerida para poder explicar la fuente de esos recursos.

Afortunadamente, existe el comité de coordinación macro-prudencial donde MHCP, BR y Superfinanciera analizan estos temas con detalle. Ojalá que en una próxima reunión profundicen el diagnóstico demanda agregada-crédito. Sería ideal que allí lograran cierto consenso para afinar el instrumental macro-prudencial de cara a: i) una inflación que no luce totalmente contenida; y ii) mayores tensiones externas-fiscales por cuenta de la cuasi-pandemia que ha desplomado el Brent a la franja US$50-55/barril, en vez de los US$64 promediados en 2019.

En particular, consideramos que el radar macro-prudencial de las autoridades, debería: i) monitorear el fenómeno de transmisión de costo de los importados tras el 11% de devaluación promedio de 2019 y el de una cifra similar si continúa la tensión global (antes señalada); ii) evaluar posibles incrementos en las provisiones a los créditos de consumo que superen los tres años, ya que actualmente solo “muerden” aquellos superiores a los cinco años; y iii) espulgar el tema de las garantías tras esos créditos de consumo, cuya evaluación hoy luce en zona gris por cuenta de las recompras de cartera (arriba señaladas).

Con frecuencia se dice que “tranquilos” que en la porción de nuevos clientes no existen riesgos de deterioro de la cartera, cuando la verdad es que allí se carece de adecuado historial de mora y bien se puede presentar un posible disparo (tal como ocurrió en 2008-2009).

El gráfico 1 adjunto ilustra cómo la relación Provisiones/Cartera se ha elevado del promedio histórico de 5% hacia 6,3%, pero aparentemente dicho incremento está más relacionado con “los malos negocios empresariales” (4G, Electricaribe, Trans-masivos) que con las provisiones en la cartera de consumo, que es ahora la de mayor riesgo. Esto refuerza la idea de “ponerle dientes” a la medida prudencial referida a provisiones para carteras superiores a los tres años.

En línea con esta mayor preocupación que implica el potencial deterioro de la cartera de consumo, el gráfico 2 ilustra que esta ahora representa 30% de la cartera total. Ese es un salto significativo respecto del 15% que representaba hace dos décadas. Además, cuando se calcula apropiadamente (quitando los réditos de capital a los hogares), el apalancamiento de esos hogares actualmente bordea el 40% y no el 33% que reporta el BR. Esta es otra señal más de que la extensión de los plazos y los riesgos de desaceleración del 2020 requieren más acciones macro-prudenciales.

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