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Analistas 01/12/2021

¿Contener la Ómicron o el crecimiento?

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Vamos dos años desde que los primeros casos de covid-19 irrumpieron en un mundo que ha sido duramente golpeado por la pandemia desatada. El costo en vidas ya se traduce en millones y el costo económico y fiscal para mitigar su impacto lo vamos a sentir durante el siguiente lustro. Pero hay verdades que estamos viviendo en este momento que tenemos que rescatar; por un lado, un descomunal y exitoso esfuerzo de la inmensa mayoría de gobiernos del mundo por vacunar a buena parte de su población. Por otro lado, está la galopante reactivación que se vive en la actualidad en casi todos los rincones del mundo.

Y es aquí donde surge la preocupación que una sobrerreacción por la variante Ómicron dé al traste con la recuperación en un momento donde los índices de inmune resistencia deberían darnos la capacidad para enfrentarla.
Miremos entonces qué tan preparados estamos. Hasta el momento, se han aplicado 4.260 millones de vacunas a nivel global. Pero si nos enfocamos en Colombia, los resultados son más que formidables; ayer, el Minsalud, Fernando Ruiz, reportaba 30,8 millones de colombianos con una dosis y 24,4 millones con dosis completas. Es decir, 61,6% y 44,8% de la población aproximadamente, incluso, por encima de los promedios mundiales que alcanzan 54% y 44% en esas mismas categorías según Our World in Data. Superando también, por lo menos en primeras dosis, a países como Estados Unidos y Alemania.

Obviamente, estas proporciones son mayores, a medida que subimos en grupos poblacionales por edad, lo que nos dice que los más vulnerables son precisamente quienes poseen mayor proporción de esquemas completos. Hasta aquí no hay datos ni de dosis de refuerzos ni de cientos de miles de compatriotas que se han vacunado por fuera y que no logran que el sistema nuestro los reporte.

Vamos entonces al aspecto económico de resaltar, que es el ritmo de reactivación que seguramente nos llevará este año a tener la tasa más alta de crecimiento económico de nuestra historia, que ya casi todos los economistas descartan que estará por encima de 10% para este año y por encima de 4% para 2022. Llega entonces la variante Ómicron encontrada en Sudáfrica, que fue declarada “preocupante” por la Organización Mundial de la Salud (OMS) dado que parece propagarse con mayor facilidad. Lo que si no hay son estudios concluyentes sobre que sea más mortal. Aun así, los mercados mundiales reaccionaron el viernes pasado ante la noticia con caídas notables en sus principales índices bursátiles y aquí recibimos el coletazo también con un dólar que superó los $4.000. Y esas caídas no estaban relacionadas precisamente a los efectos sanitarios, sino a los potenciales y devastadores efectos económicos de nuevos cierres y confinamientos.

Mi mensaje es que obviamente habrá que tomar algunas medidas para demorar su llegada al país y tratar de controlar su propagación cuando eventualmente llegue. Pero no podemos pensar ya ni en cierres, ni en confinamientos, ni en limitar el ansiado rebrote de la conectividad aérea y el turismo. ¿Entonces…para que el gigantesco esfuerzo de vacunación? Entiendo perfectamente que hay riesgo de vidas de por medio, especialmente en los no inmunizados, pero el pulso de la febril actividad económica que vivimos también es vida y son empleos. Y cuando la vacunación está ya abierta a todo el mundo en Colombia, no sería irresponsable frenar a todo el país solo porque unos pocos, ¿o no quieren o les da pereza pincharse un brazo?
Aquí es cuando uno dice…con Ómicron o no, tenemos que seguir creciendo para seguir trabajando y seguir viviendo.

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