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Analistas 27/09/2017

¿Y las propuestas económicas?

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

A ocho meses de acudir a las urnas para elegir al nuevo mandatario de los colombianos, llama la atención la ausencia de debates y propuestas concretas en materia económica y social. Si bien la dinámica de las campañas está en fase inicial, el panorama electoral parece haber comenzado a girar en torno a alianzas que enfatizan el carácter personalista de la política actual y no sobre aquellas discusiones y reformas estructurales que tanto requiere el país.

En efecto, en medio de la desconcertante y peligrosa desinstitucionalización de los partidos y de la agria polarización de las fuerzas políticas, la discusión en torno a los grandes retos de la agenda económica continúa, con muy contadas excepciones, siendo la gran ausente.

Existen, en este escenario, temas de gran calado que deberán ser abordados desde ya por quienes aspiren a gobernar durante los próximos años. En principio, la discusión sobre la diversificación de las fuentes de crecimiento resulta ineludible. En esta línea, no pocos candidatos han señalado que la reconfiguración sectorial debe estar ligada al fomento de las actividades agrícolas, manufactureras o incluso turísticas. Sin embargo, dichos planteamientos adolecen de rigurosidad en la medida que no plantean los mecanismos que permitirán generar la anhelada recomposición sectorial, un hecho que lleva a pensar sobre el desconocimiento de las políticas asertivas que se requieren en estos frentes.

Estos debates deben darse en conjunción con el de las reformas estructurales necesarias para aumentar la inversión y la productividad. En el primer caso, resulta imperativo discutir, por ejemplo, las políticas que podrían dinamizar los canales de inversión, así como las estrategias que nos van a permitir continuar avanzando en el cierre de las aún inquietantes brechas económicas y sociales, hoy palos en la rueda importantes en el tránsito hacia los estándares de la Ocde.

Las discusiones en materia de competitividad y productividad tampoco se escuchan. Colombia mantiene aún serios lastres y cuellos de botella en materia logística e importantes carencias en áreas claves de desarrollo tecnológico que tendrán que ser superados si queremos dinamizar nuestro aparato productivo. Las propuestas tendientes a encarar estas y otras talanqueras asociadas al desarrollo del campo y a la competitividad de nuestra industria son los grandes ausentes en los debates.

Son muchos también los retos en materia de sostenibilidad fiscal y cierre de brechas externas. El ajuste fiscal y las reformas que se han llevado a cabo para amortiguar el choque en nuestros términos de intercambio serán insuficientes en el marco de la regla fiscal y de allí la imperativa necesidad de allegar propuestas que apunten a la viabilidad de las finanzas públicas. El tamaño del ajuste es de tal magnitud que se requerirá del trámite de profundas reformas al gasto público y al recaudo tributario si queremos mitigar el riesgo de perder el grado de inversión y elevar el costo país. Si bien estas reformas pueden encontrar resistencia en cierta parte del electorado que se pretende cautivar, es apremiante que las discusiones tengan la altura y la claridad que el país necesita.

Los retos que deberá enfrentar el próximo gobierno en materia económica son mucho más variados y complejos de lo aquí señalado y por ello el llamado es a que se supere la vaguedad en el debate político y se oriente la discusión hacia aquellas políticas de orden estructural en materia económica y social que permitirán encauzar al país hacia sendas de crecimiento y desarrollo sostenibles.

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