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Analistas 15/03/2017

Una potente herramienta

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria
La República Más
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La capacidad transformadora de los desarrollos tecnológicos ha venido cobrando cada vez más relevancia en el sistema financiero a nivel global. Esta nueva realidad, por supuesto, ha tenido influencia en el mundo transaccional, lo que ha generado no solo la migración hacia medios de pago representados en dinero plástico (tarjetas débito y crédito), sino hacia la transaccionalidad electrónica, un hecho que ha permitido dejar de lado medios de pago otrora ampliamente utilizados. Hoy, en efecto, el uso del cheque como medio de pago, por ejemplo, se ha venido reduciendo gracias al mayor abanico de posibilidades. 

Si bien las tarjetas débito y crédito, en línea con las cambiantes necesidades y hábitos transaccionales, son en general utilizadas para realizar compras en establecimientos de comercio, las transferencias electrónicas han ganado un espacio valioso como una herramienta idónea para efectuar pagos masivos como nómina, proveedores y subsidios. En Colombia, sin embargo, esta migración hacia la transaccionalidad electrónica se ha venido dando de manera más lenta, un resultado en buena parte atribuible a los elevados niveles de uso de efectivo, que continúan siendo persistentemente altos no solo frente a los estándares de la Ocde sino, incluso, frente a los de la Alianza del Pacífico.

El sobreuso del efectivo, hay que señalarlo, ha demostrado ser altamente inconveniente y nocivo para una economía como la colombiana en materia de justicia tributaria, disminución de la ilegalidad, fortalecimiento del crecimiento económico y mejoramiento de la seguridad. Difícilmente se puede concebir, en este contexto, una economía más formal y dinámica en ausencia de un ecosistema de pagos moderno y proclive a la masificación de los pagos electrónicos.

En efecto, son muchos los estudios que en buena hora han demostrado las bondades de migrar hacia las transferencias electrónicas dados los enormes beneficios en materia de ahorro en tiempos de desplazamiento, reducción de riesgos por hurto del efectivo, trazabilidad de operaciones, control por parte del pagador, entre otros. La conjugación de estos atributos, dada su naturaleza, resulta idónea para acelerar la marcha hacia un sistema de pagos moderno y eficiente.

A pesar de que el país ha evidenciado avances importantes en el uso de las transferencias electrónicas, que han alcanzado montos récord que bordean los $2.500 billones anuales, existe todavía un amplio espacio de trabajo para incrementar su uso. Si bien el Gobierno y las entidades financieras han enfilado esfuerzos para promover el uso de las transferencias electrónicas, aún persisten retos importantes para dinamizar su utilización por parte de personas y empresas. Avanzar en materia de procesos de preinscripción y autenticación, en tiempos de abono, en reducir costos de transacción y en incrementar los niveles de inclusión financiera, se vuelve imperativo en este proceso.

Hay que señalar, no obstante, que si bien muchos de estos desafíos están siendo atendidos para que cada vez más colombianos puedan utilizar dicha herramienta a un menor costo y con mayor seguridad, debe reconocerse que la complejidad para generar un justo balance entre costo, seguridad y agilidad no es menor, de allí la importancia de continuar focalizando esfuerzos en estos frentes.

También hay que visibilizar que, a pesar de las innovaciones y los esfuerzos tanto públicos como privados, los factores culturales, asociados particularmente a los temores relacionados con las transacciones electrónicas, se constituyen con un limitante adicional. Este frente merece, desde luego, una atención especial desde la educación financiera para romper las barreras y generar mayores niveles de confianza y apropiación de conocimientos para utilizar de manera ágil y segura los medios electrónicos.

Sabemos que los retos no son sencillos, y por eso la imperativa necesidad de seguir trabajando en desarrollar estrategias integrales que permitan incrementar el uso de las transferencias electrónicas, una potente herramienta que sin duda contribuirá a dinamizar y modernizar nuestro ecosistema de pagos.

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