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Analistas 17/04/2019

Un mal referente

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

La economía mexicana se ha caracterizado por ser una de las de mayor tamaño a nivel regional y global, así como por haberse constituido en un referente para los países del continente, entre los que se encuentra Colombia. Además de su abundancia en recursos naturales como el petróleo, México cuenta con una amplia y diversificada oferta de productos agrícolas e industriales que van desde los aguacates Hass hasta sus afamados tequilas y mezcales, así como sus vehículos y autopartes. Cabe anotar que la significativa demanda de Estados Unidos por estos bienes, además de la reubicación de industrias de este país, en estados como Nuevo León y Baja California, han beneficiado enormemente al desarrollo de México.

No obstante, las promisorias perspectivas que se crearon con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan) se han visto minadas por la corrupción, la inestabilidad política y la violencia asociada al narcotráfico. Esta última cobró alrededor de 33.000 vidas el año anterior, según cifras que oficialmente reportó la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana y que representan 75% de los homicidios.

En este contexto, y considerando el deteriorado prestigio de los partidos políticos tradicionales, el pasado julio de 2018 los mexicanos eligieron abrumadoramente a Andrés Manuel López Obrador (o Amlo, como es conocido popularmente). Amlo articuló un discurso heterodoxo que promueve la lucha contra la corrupción, los controles de precios a bienes como el maíz, los frijoles, la gasolina o las comisiones bancarias y el uso de símbolos religiosos que gozan de gran arraigo en el pueblo.

A la fecha, el gobierno ha implementado medidas económicas como los controles de precios a algunos de los bienes mencionados, el incremento del salario mínimo en 16,1% para 2019, nivel superior a la inflación de 4,8%, y la cancelación de la construcción de proyectos de infraestructura como el aeropuerto de Texcoco en la Ciudad de México, entre otras. Asimismo, a principios de año Amlo ordenó un cambio en el modelo de distribución de gasolina como estrategia para combatir el huachicol (el robo o adulteración de combustible) que desencadenó un grave episodio de desabastecimiento que ha repercutido negativamente sobre el nivel de precios.

Como respuesta a estos hechos que han socavado la confianza de los inversionistas en dicho país, el Fondo Monetario Internacional, en su más reciente Informe de Perspectivas Económicas Mundiales, ha revisado a la baja sus expectativas de crecimiento económico para México, al estimar que la actividad productiva tan solo se expandiría a un ritmo de 1,6% en 2019 y de 1,9% en 2020. Es de anotar que, de materializarse este menor crecimiento económico, se reducirían significativamente los ingresos del gobierno, ralentizando el proceso de consolidación fiscal y promoviendo medidas de estímulo monetario que debilitarían el peso mexicano frente al dólar.

Esta situación pone en riesgo las perspectivas de crecimiento de una economía que en algún momento fue boyante, pero que ahora es un ejemplo, junto con Brasil, de cómo políticas públicas desacertadas inciden negativamente en el porvenir de una nación. Sea este un momento oportuno para señalar como el populismo, de cualquiera de los extremos del espectro político, puede poner en jaque las perspectivas de crecimientos sostenibles. Hasta ahora, Colombia se ha mantenido a salvo. Que se mantenga así.

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