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Analistas 17/01/2018

Un año retador

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Las preocupaciones en el ámbito local se centran principalmente en el frente fiscal, y no sin razón

El año que acaba de culminar evidenció el crecimiento económico más bajo de los últimos dos lustros. La expansión de la actividad productiva, que bordeó 1,5% en los tres primeros trimestres de 2017, nos habla de un crecimiento que difícilmente superará 1,8% real.

Sin embargo, la dinámica económica reciente, soportada por la evolución positiva de algunos de los indicadores líderes en materia de actividad económica, permite observar un cambio de tendencia que da visos más sólidos de haber alcanzado un punto de inflexión en el comportamiento de la demanda agregada. Este panorama, antesala de un mejor desempeño económico local, le permite a los analistas descontar una recuperación más dinámica de la inversión y una progresiva recuperación de la confianza, lo que sin duda se constituye como una buena noticia para los hogares, el gobierno y los inversionistas.

Este mayor optimismo, aunque moderado, reposa hoy en la recuperación de los canales de inversión, en la materialización de los efectos de la política monetaria expansiva, en el mayor impulso de la confianza y el consumo, en la estabilidad de la inflación y en un escenario benigno en la dinámica de crecimiento de nuestros socios comerciales. Este último elemento, acompañado de un comportamiento favorable del precio del petróleo, permitirá que el sector externo contribuya al crecimiento económico y al progresivo cierre del déficit externo.

Sin embargo, estas mejores perspectivas se conjugan hoy con un escenario económico y político desafiante que no está exento de riesgos en el ámbito local y externo, riesgos que en caso de materializarse terminarían afectando la celeridad de la recuperación. Las preocupaciones en el ámbito local se centran principalmente en el frente fiscal, y no sin razón. La rigidez del gasto público, el incumplimiento de la meta de recaudo tributario y las exigentes metas de déficit fijadas para el próximo cuatrienio continúan inquietando a los mercados y a las calificadoras de riesgo. Por su parte, una continua debilidad en la confianza de los hogares y una mayor dilación en la ejecución de inversiones públicas podrían ir en detrimento de la demanda interna.

En el frente externo, un eventual incumplimiento de los acuerdos en materia de producción de petróleo por parte de la Opep podría afectar el desempeño económico y restarle tracción a la dinámica interna, afectando el ya enrarecido escenario de nuestras finanzas públicas. Si bien se espera que el influjo de capitales explicado por la confianza de los inversionistas extranjeros se mantenga, podría verse acotado por una postura más agresiva de la Fed en materia de tasas de interés, encareciendo así el financiamiento local.

El escenario económico/político de 2018 es complejo, desafiante y crucial para la construcción de agendas que permitan avanzar en materia de desarrollo. Pocas elecciones presidenciales serán tan importantes como la que se aproxima. Sin embargo, el reinante contexto de polarización y el surgimiento de programas populistas, además de generar incertidumbre, han llevado a soslayar los temas verdaderamente relevantes para la agenda económica del país.

Resulta por ello más que imperativa la necesidad de plantear discusiones pertinentes alrededor de las imperiosas reformas que necesita el país para superar aquellas talanqueras en materia de competitividad y productividad que tanto aquejan a nuestro sector productivo. Será, sin duda, ¡un año altamente retador!

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