Reflexiones en materia de crecimiento…

El año pasado se configuró como uno de los más complejos de nuestra historia económica reciente y, de paso, creó incertidumbre sobre lo que ocurrirá este y el próximo año en materia de crecimiento económico. Aunque en marzo se dará a conocer el dato de crecimiento de 2015, los estimativos para ese año indican que difícilmente la economía habría logrado una expansión de 3.0% real. 

La caída libre de los precios del petróleo, que aún no da tregua e incluso parece exacerbarse, la desaceleración de la economía China, las expectativas sobre la liquidez mundial, así como un fenómeno de “El Niño” altamente intenso y que amenaza con prolongarse durante el primer semestre de 2016, generaron importantes impactos en la economía durante el 2015. Estos elementos se mantienen aún dentro del panel de incertidumbre y continuarán determinando la dinámica de actividad económica interna a lo largo de 2016, un contexto al que se suma un ambiente de mayores tasas de interés.

En efecto, los resultados climáticos asociados al Fenómeno del Niño y su impacto sobre la dinámica económica seguirán estando presente durante buena parte de 2016. Su intensidad y duración, además de sus efectos sobre el precio de los alimentos, continuará impactando la generación de valor agregado en varios sectores de la economía. La política monetaria menos laxa a través del incremento en la tasa de interés del Banco de la República y su transmisión sobre las demás tasas de interés de la economía se harán sentir a lo largo de 2016 y parte de 2017 y jugará en contra del crecimiento de la demanda interna y la expansión crediticia. El incremento esperado en la tasa de desempleo por cuenta del ciclo económico y la persistencia de los mayores niveles de precios de los bienes importados durante buena parte del año también continuarán restándole tracción a la demanda interna.

No obstante, existen varios factores positivos que terminarán mitigando el proceso de desaceleración de la economía colombiana. En efecto, las inversiones en los proyectos 4G, los efectos del Pipe 2.0, la reapertura de la Refinería de Cartagena y una mejor posición competitiva para la exportación de bienes no tradicionales, continuarán dando soporte a la dinámica local. Así las cosas, una vez cotejados los riesgos y las señales positivas, todo parece indicar que en 2016 el escenario más probable de crecimiento del PIB estaría por el orden de 2,6%, una cifra que, de materializarse, se constituiría como el crecimiento más bajo desde 2009.

Para 2017, es posible esperar un mejor comportamiento de la economía sustentado en un panorama internacional más benigno, un mayor dinamismo del sector de la construcción, una normalización en los aspectos climatológicos internos, una mayor estabilidad en el nivel de precios y unas tasas de interés que se mantendrán cerca de los niveles neutrales. En este sentido, las estimaciones parecen apuntar a un crecimiento cercano al 3,7% en 2017, una dinámica que si bien refleja un rebote de la actividad económica, se mantendrá por debajo de su potencial. 

Sin embargo, de materializarse en estos menores ritmos de crecimiento, que significarán para 2015 y 2016 un fuerte aterrizaje frente a la dinámica de 2014, y de cara al 2017 un recuperación modesta, la dinámica de la economía colombiana continuará aún posicionada como una de las de mayor crecimiento en Latinoamérica, que en 2015 estará presentando una contracción cercana a 0,25%, con una leve recuperación en 2016-2017 hacia niveles de 0,8% y 2,7%, respectivamente.

Sin duda, los años 2016 y 2017 no serán fáciles. Serán años de enormes retos en materia económica y social. En consecuencia, de la asertividad y oportunidad de las políticas económicas así como de su exitosa ejecución dependerá en buena medida la dinámica del próximo lustro y la celeridad con la que volvamos a gozar de niveles de crecimiento económico en torno al potencial. Esto será crucial si queremos continuar cosechando avances en materia de pobreza, empleo y prosperidad social.