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Analistas 04/07/2018

Millennials

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

No es un secreto que los procesos derivados de la transformación digital han impactado casi todas las facetas de nuestra cotidianidad, generando cambios en los patrones sociales, de consumo y de desarrollo empresarial. Mucho menos lo es que la velocidad de adaptación a dichos procesos es mayor en las generaciones recientes, como es el caso de los llamados millennials o nativos digitales, aquellos nacidos entre 1981 y 2000.

Recientemente, esta generación ha cobrado mayor relevancia y hoy se constituye como el mayor grupo poblacional a nivel global con un porcentaje elevado de población joven-adulta. El alto impacto de esta comunidad en las tendencias de gasto, emprendimiento, innovación e, incluso, en las dinámicas culturales, ha hecho cada vez más necesario entender sus necesidades con el fin de generar una oferta de bienes y servicios que se adecúe a estos nuevos patrones.

Además de orientar la oferta, el estudio de sus tendencias es sin duda una herramienta clave para generar mejores empleos, atraer talento joven y fidelizar trabajadores. De hecho, factores como la falta de diversidad, inclusión, flexibilidad y nuevos enfoques en materia laboral, son la causa del pesimismo y poca lealtad por parte de los millennials hacia sus empleadores.

Hoy es un hecho que las empresas más alineadas con los millennials, en términos de propósitos y desarrollo profesional, tienen más probabilidades de atraer a los jóvenes más talentosos y adaptarse a las nuevas tendencias.

Sin embargo, la tarea de indagar sobre las necesidades de esta generación no solo les concierne a las empresas. Las ciudades, cada vez con mayor asertividad, deben hoy evaluar qué servicios tienen a disposición de los millennials, una generación en constante movilidad y que migra principalmente con fines educativos, turísticos y laborales.

Según el Ranking de las Ciudades Millennials, elaborado por Nestpick, las principales ciudades del país no muestran un liderazgo contundente en América Latina. Sin embargo, ciudades como Bogotá y Medellín se destacan debido a sus fortalezas en cuanto al precio de la vivienda, la alimentación y la diversidad en las actividades de ocio y entretenimiento.

No obstante, bajo la mirada millennial, aún se quedan cortas en temas asociados a la velocidad del internet, el acceso a servicios de salud y la eficiencia del transporte público.

A pesar de todos los esfuerzos que promueven procesos rápidos y ordenados en materia de digitalización en el país, Colombia continúa en una posición bastante regular en materia de acceso a internet de banda ancha, donde solo 12% de la población cuenta con acceso, muy debajo del 20% que exhiben países de ingresos similares.

Adicionalmente, el país se encuentra entre los tres países con peor posicionamiento de la región en competitividad digital, con deficiencias asociadas al capital humano, a la infraestructura tecnológica y al marco regulatorio.

Estos resultados nos invitan a darle celeridad al desarrollo de la tecnología y a la implementación de las herramientas provenientes del proceso de digitalización. El país requiere sin duda avances más expeditos sobre el grado de adaptación de nuestra infraestructura y en las condiciones que determinan la competitividad del mundo digital.

Adicionalmente, la sintonía de la oferta generada por el sector empresarial para atraer a los millennials requiere de un proceso de estrategias y desarrollos propios que busquen atender las necesidades de una generación que está cambiando al mundo y que continuará determinando las dinámicas económicas, financieras, sociales y culturales.

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