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Analistas 10/11/2015

Mi casa ya…!

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria
La República Más
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En medio de la fuerte moderación de la actividad económica el mercado ha venido revisando a la baja sus perspectivas de crecimiento de cara a 2015-2016. La anhelada recomposición productiva hacia aquellos sectores transables diferentes a la minería no ha mostrado el impulso esperado y podría comenzar a despegar con una celeridad menor a la anticipada.  Ante este hecho, los programas de vivienda del Gobierno llegan en buena hora y se constituyen como un soporte para la reactivación económica. Este es el caso del programa ‘Mi casa ya’, que se reglamentó en el primer trimestre de este año y que se espera facilite la adquisición de vivienda a aquellas familias que, a pesar de contar con una relativa capacidad de endeudamiento, necesitan de un subsidio para ver materializado ese gran sueño de tener una vivienda propia.

Este programa, diseñado para subsidiar la compra de viviendas valoradas entre 70 y 135 salarios mínimos legales (SML), tiene como principal requisito contar de antemano con un crédito hipotecario aprobado en una entidad financiera. Además, deben contar con ingresos entre 2-4 SML y no haber sido beneficiario de alguno de los    anteriores programas del Gobierno. Aquellos que cumplan los requisitos podrán beneficiarse del subsidio de hasta 20 SML y 4 puntos porcentuales de la tasa pactada con la entidad financiera. 

La llegada de este programa ha sido oportuna en la medida en que el segmento de Vivienda de Interés Social (VIS) venía experimentado una moderación en el ritmo de crecimiento a lo largo de 2013- 2014. Incluso, entre finales de 2014 y principios de 2015, el crecimiento promedio anual de las ventas y de las originaciones de crédito pasó a terreno negativo (-5,6% y -1,5%, respectivamente). Esta dinámica, sin embargo, comenzó a revertirse en los primeros meses de 2015 gracias al efecto del programa ‘Mi casa ya’. En efecto, las ventas de vivienda nueva alcanzaron en septiembre un acumulado anual de 48.000 unidades, uno de los máximos históricos, y hasta la fecha más de 800 familias han recibido los beneficios del programa o se encuentran en etapas cercanas a su asignación definitiva. 

El efecto es aún más notorio cuando se excluye a Bogotá y sus municipios aledaños, pues el número de ventas anuales acumuladas crece a ritmos cercanos a 40% desde enero, todo ello en paralelo con unas iniciaciones que en agosto mostraron un acumulado de 42.000 unidades, uno de los registros más elevados de los últimos cinco años.  

Son muchos los réditos tanto económicos como sociales que traerá la implementación de ‘Mi casa ya’ en la medida que i) casi la totalidad de las familias que toman la decisión de compra de vivienda VIS viven en condiciones de arriendo, ii) sólo 20% de la población cuenta con capacidad de ahorro, y iii) cerca del 50% de los hogares que adquirieron una VIS en 2014 contaban con menos de 3 SML de ingreso. Hay que resaltar, en este contexto, que el alto índice de informalidad del mercado laboral se constituye como una de las barreras más importantes que enfrentan los hogares de bajos ingresos para obtener crédito de vivienda.

Si bien el ingreso requerido para adquirir una VIS se ha reducido gracias a las mejores condiciones de financiamiento reflejadas en menores tasas de interés, este tipo de programas impulsados por el Gobierno Nacional y acompañados por la Banca, han permitido que hogares con ingresos de hasta 3 SML puedan adquirir una vivienda propia. Esto, desde luego, es un logro significativo en materia de desarrollo económico y social. 

Aun así, una vez suplidas las necesidades de segmentos con baja capacidad de ahorro o en situaciones de alta vulnerabilidad, el desarrollo futuro de este tipo de mecanismos deberá encaminarse hacia la inclusión de la población con ingresos laborales de origen informal cuyas características impiden su acceso al financiamiento hipotecario formal. Sin duda, son aún muchos los retos que como país tenemos en este frente, pero es notorio también que los avances se deben, y esto hay que reconocerlo, a una política pública eficaz y apalancada conjuntamente con el sector privado.

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