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Analistas 02/05/2018

Inteligencia y transformación digital

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Es un hecho que la disrupción tecnológica está transformando la forma en que la sociedad interactúa con el mundo. Los ritmos de esta transformación en muchas de las dinámicas económicas y sociales son tan vertiginosos que quienes no se adapten con la celeridad requerida terminarán quedando por fuera de los espectros competitivos del mercado. Hoy por hoy, ya no solo se evidencia cómo las distintas actividades económicas a lo largo y ancho del globo se automatizan y digitalizan, sino que las conductas sociales en las distintas plataformas tecnológicas juegan un rol protagónico en varias dimensiones del desarrollo humano.

Formar en la población la capacidad de aprovechar las bondades derivadas de la economía digital es, en este escenario, una tarea primordial. Es una realidad irrefutable que las discusiones en torno a la inteligencia digital, entendida como la suma de habilidades sociales, emocionales y cognitivas necesarias para que las personas puedan enfrentar los desafíos y demandas del vivir tecnológico, tienen hoy una mayor importancia para la dinámica de los mercados. La inteligencia digital, sin duda alguna, resulta ser el mecanismo a través del cual el mercado debe afrontar las necesidades de las nuevas generaciones.

A la fecha, en Colombia se han materializado grandes avances en materia de digitalización. Muchas iniciativas privadas, que han derivado en nuevos productos y servicios que posibilitan la realización de múltiples transacciones otrora complejas para el usuario, se han venido complementando con iniciativas públicas enfocadas en eliminar barreras legales, regulatorias, de mercado, culturales y de infraestructura, todo ello con el propósito de facilitar y promover la modernización del ecosistema transaccional colombiano. Hay que destacar, en este contexto, los avances que desde el sector público se han propiciado en materia de i) Cuentas Maestras, que propenden por lograr la dispersión electrónica de los recursos del Sistema General de Participaciones; ii) pago en línea de impuestos nacionales, y distritales; iii) liquidación y pago electrónico de los aportes al Sistema de Seguridad Social Integral, y iv) Peajes electrónicos.

Sin embargo, resultará imperativo sacar provecho de manera plena del mundo digital y de su contribución a la inclusión financiera. Los avances en este propósito pasan desde luego por la celeridad en los procesos de adaptación tecnológica, por el fortalecimiento de la estructura y velocidad de las redes, la calidad del internet, aspectos en los que hoy mantenemos rezagos frente a referentes regionales que se configuran como un obstáculo para la apropiación de la inteligencia digital. Todo esto hace que resulte fundamental optimizar la infraestructura digital del país y mejorar la calidad de los servicios de telecomunicaciones, especialmente en regiones apartadas, si queremos asegurar el acceso del 100% de la población a redes de telecomunicaciones y conectividad móvil.

Es también un imperativo que la política pública continúe eliminando las barreras que impiden configurar un ecosistema eficiente que le permita a los distintos actores interactuar de manera inmediata y efectiva, minimizando los costos de intercomunicación. Esta es una tarea que no da espera y en la que sin duda se tendrán que redoblar esfuerzos.

La integración de todos los actores es y seguirá siendo una pieza clave no solo para dinamizar el tránsito hacia una Colombia cada vez más digital, sino para situar al país en niveles competitivos que le permitan convertirse es un jugador activo en los mercados internacionales.

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