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Analistas 09/08/2017

Condición necesaria, pero no suficiente

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria
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El curso de los indicadores líderes no solo continúa inquietando, sino que reafirma que la fase de ajustes, que se inició tres años atrás con la caída de nuestros términos de intercambio, se mantendrá a lo largo de 2017 y solo hasta el 2018 se empezarán a tener visos de recuperación. Hoy nuestro crecimiento potencial parece acercarse a niveles de 3,5%-3,8% y ello plantea por supuesto retos de gran calado para lograr reactivar el aparato productivo y recuperar los otrora potenciales en torno al 4,0%-4,5% en el próximo lustro. Recuperar los canales de inversión es quizás uno de los mayores imperativos para este propósito y de allí la importancia de identificar las talanqueras que han venido limitando su crecimiento.

Históricamente, la inversión en el país ha presentado un comportamiento muy volátil, y por supuesto muy ligado al ciclo económico. En efecto, durante períodos de recesión, la inversión fija ha alcanzado a registrar contracciones cercanas al 30%, mientras que en etapas de dinámico crecimiento ha exhibido expansiones anuales en torno al 20%. De forma similar, la relación Inversión/PIB ha mostrado una mayor volatilidad en comparación con otros componentes del PIB como el consumo de los hogares o las exportaciones.
Sin embargo, más allá de la volatilidad, es preciso mencionar que a pesar de tener mayores tasas de inversión fija que otros países desarrollados y algunas economías emergentes, Colombia no ha logrado crecer a los ritmos a los que lo han venido haciendo dichas economías en períodos recientes. Este hecho sugiriere que: i) el país necesita mayores niveles de inversión para sostener tasas de crecimiento superiores, y/o ii) que la inversión por sí sola no ha logrado impulsar el crecimiento en la forma esperada y que existen otros obstáculos de carácter estructural.

Diferentes estimaciones coinciden en señalar que, con las tasas de inversión actuales, Colombia no estaría en capacidad de sostener crecimientos del orden de 4,0% por año. Más específicamente, los análisis sugieren el país no solo necesitaría elevar la relación Inversión/PIB de los niveles actuales de 27% a niveles más cercanos a 30%-33% si queremos reactivar el aparato productivo y generar sendas de crecimiento sostenido, sino avanzar de forma decidida en materia de competitividad.

Si bien la política monetaria ha empezado a hacer su tránsito hacia terreno expansivo, lo que en el corto plazo permitirá dinamizar algunos canales de inversión, el país requiere de una política integral conjunta entre sector público y privado para atender, más allá de los choques externos, los lastres en materia de productividad que continúan acotando el crecimiento de la actividad productiva. Las externalidades de la inversión, en cualquier latitud, no podrán ser plenamente aprovechadas si se mantienen grandes brechas en este frente.

Adicionalmente, el marco tributario juega un papel fundamental, y por ello el país debe continuar avanzando en generar una estructura impositiva que mantenga en justo equilibrio la carga tributaria entre personas naturales y empresas. Desbalances tributarios en contra del sector empresarial terminan desincentivando la inversión privada en sectores estratégicos y obstaculizando el desarrollo de nuevos canales de inversión.

En síntesis, generar condiciones amigables para la inversión y reducir la brecha en materia de competitividad/productividad son dos de los mayores imperativos que permitirán retomar patrones de crecimiento más dinámicos y sostenidos en los próximos años.

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