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Analistas 25/12/2018

Venezuela 1998-2018

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda

Transcurridos veinte años de las elecciones presidenciales que abrieron el camino para la Revolución Bolivariana de Hugo Chávez, resulta pertinente reflexionar acerca de la transformación que ha experimentado Venezuela desde entonces. Una forma de colocar en perspectiva lo que ha sucedido es evocar el discurso y el comportamiento de Chávez durante los años en los cuales los precios del petróleo parecían favorecer la imposición del Socialismo del Siglo XXI.

Se ofreció transformar el mundo con la punta de lanza del petróleo. Se compraban bonos del gobierno argentino en default. Se proclamaba la Venezuela Potencia. Se anunciaba la conformación de un eje Caracas-Brasilia-Buenos Aires basado en la cercanía ideológica con Luiz Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner. La bonanza petrolera alimentó la ilusión de que los recursos financieros eran ilimitados y condujo a la desmesura. Se otorgaron subsidios a propios y a extraños. En lugar de haber ahorrado una parte de los ingresos extraordinarios, se incrementó el endeudamiento externo.

El derecho de propiedad quedó expuesto a la facilidad con la cual el Comandante pronunciaba el vocablo ‘exprópiese.’ A la par con el marchitamiento de empresas privadas, hubo una proliferación de empresas estatales y un incremento desmesurado del número de empleados públicos. Las consecuencias económicas de estas medidas pudieron atenuarse parcialmente mientras duró el auge de los precios internacionales del petróleo. El fin de la bonanza externa dejó en evidencia el tamaño del perjuicio causado y la fragilidad de la economía venezolana, dada su falta de diversificación.

La respuesta al choque del precio de los energéticos ha sido extremar los controles, restringir aún más el campo de acción del sector privado y acudir a la represión para impedir los aumentos de precios o el desabastecimiento. Si bien el deterioro económico y social había sido gradual, en los últimos cinco años ha adquirido proporciones dramáticas. Los indicadores disponibles revelan una caída considerable en el tamaño de la economía. Han desaparecido cerca de 500.000 empresas. La producción de petróleo es una fracción de la que existía en 1998. No obstante habérsele fijado un aumento reciente, el salario mínimo equivale a US$ 6 al mes.

En términos sociales, el deterioro es notorio. Se estima que el sistema de salud ha retrocedido al nivel que tenía en 1940 debido a la insuficiencia de equipos, de insumos y de medicamentos. La falta de atención médica adecuada ha dado lugar a aumentos en los índices de mortalidad materno-infantil. Ha reaparecido la incidencia de enfermedades tales como la malaria que habían sido erradicadas. La carencia de proteínas ha creado una situación generalizada de desnutrición. Algo similar sucede en el sistema educativo. El colapso económico y social, ha dado lugar a un fenómeno migratorio de unas dimensiones sin precedentes en América Latina.

Los investigadores sociales se esfuerzan por evaluar la magnitud y las implicaciones del impacto que ha tenido la implementación del modelo económico y político bolivariano. Los historiadores del futuro tendrán el reto de identificar las causas profundas que explican semejante fracaso.

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