Hay indicios de inconformidad con el desempeño de la economía en Brasil. Se observa una ralentización acentuada de la actividad económica. El crecimiento del PIB en el año 2012 fue de 0.9 %. El ritmo de inflación anual, 6.5 %, se encuentra en la parte superior del rango meta establecido por el banco central. Este es un fenómeno respecto al cual la opinión es particularmente sensible, por el recuerdo de episodios inflacionarios anteriores. La baja productividad ha conducido a la pérdida de dinamismo del sector manufacturero. Por distintos motivos, el denominado costo Brasil ha aumentado.
La coherencia del manejo macroeconómico está siendo cuestionada por académicos, por inversionistas y por dirigentes políticos. Las autoridades reaccionan a los problemas coyunturales con medidas descoordinadas. Al tiempo que el Gobierno intenta reactivar la economía estimulando el consumo, el banco central eleva la tasa de interés para controlar la inflación. Desde distintas partes de la sociedad civil se hacen llamados a rectificar el rumbo de la conducción económica. Algunas sugerencias son de tipo coyuntural. Otras hacen referencia a problemas estructurales. La que se comenta a continuación es una de éstas.
El economista Edmar Bacha ha propuesto darle un vuelco al modelo de crecimiento de Brasil. Bacha es reconocido como el inspirador del Plan Real que puso fin a la espiral inflacionaria en 1994. Es director del Instituto de Estudos de Política Econômica - Casa das Garças, un prestigioso centro de pensamiento con sede en Rio de Janeiro. A grandes rasgos, su propuesta busca revitalizar la estructura industrial del país, proyectándola hacia el mercado mundial por medio de un esquema que transformaría la lógica de protección tradicional. Las barreras arancelarias actuales serían reemplazadas por una tasa de cambio más devaluada. El objetivo es darle un nuevo rumbo a la industria, integrándola en forma competitiva a la economía internacional.
El programa requerido para hacer efectiva la propuesta tendría una duración de varios años, e incluiría los siguientes componentes:
Reducir los gravámenes a las empresas de 60% a 40 %.
Anunciar que en el término de cuatro años, se reduciría el nivel de protección arancelaria de 35 % a 5 %. También se eliminarían los requisitos de contenido nacional en las compras estatales. Como reemplazo, se implementaría una devaluación del orden de 20 %, tanto por el efecto de la apertura comercial como a través de la intervención del banco central en el mercado cambiario. Ésta es la parte central de la propuesta.
Se activaría la negociación de acuerdos de libre comercio. Por lo tanto, Mercosur dejaría de ser una unión aduanera para convertirse en una zona de libre comercio. Cada país miembro quedaría en libertad para suscribir acuerdos de libre comercio si lo considerara conveniente.
Brasil experimentaría una transformación económica si se decide a adoptar una política industrial similar a la de las naciones del Este Asiático. Es instructivo reflexionar acerca de las repercusiones que tendría ese viraje en algunos países de América Latina.