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Analistas 30/05/2019

Evaluación del TLC con EE.UU.

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda

Han pasado 16 años desde el inicio de las negociaciones y siete desde la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. El tiempo transcurrido es suficiente para intentar una evaluación preliminar de la conveniencia de esa iniciativa. También permite comprobar si las alternativas sugeridas hubieran sido preferibles y si las objeciones que se formularon a la negociación del acuerdo de libre comercio resultaron justificadas.

Se ha señalado que el TLC con Estados Unidos no ha dado lugar a un auge espectacular de las exportaciones del país hacia su principal socio comercial. Conviene tener presente que las exportaciones colombianas al mercado americano ya tenían acceso privilegiado, gracias al esquema de preferencias andinas, que debía ser renovado por el Congreso de Estados Unidos cada año. Ése era un factor de incertidumbre. El TLC le dio carácter permanente a unas desgravaciones arancelarias que eran susceptibles de ser revocadas.

Lo que a continuación se argumenta es que haber suscrito un tratado de libre comercio con Estados Unidos fue una decisión de política económica acertada. Para Colombia, ha sido favorable a todas luces disponer de acceso privilegiado al mayor mercado del mundo. Los beneficios que se derivan de tener un TLC con Estados Unidos son de diversa naturaleza y trascienden el ámbito exclusivo de los flujos comerciales.

Lo que estaba por determinarse en 2003 era la forma como se implementaría la inserción de Colombia en la economía internacional en el siglo XXI. La forma escogida fue la de estrechar los vínculos económicos con las democracias industrializadas, dentro de un esquema de apertura comercial. El TLC con Estados Unidos fue parte esencial de un proceso que condujo a suscribir acuerdos de libre comercio con Canadá, la Unión Europea y otros países. Con el transcurso de los años, facilitó la conformación de la Alianza del Pacífico entre México, Colombia, Chile y Perú.

La iniciativa brasileña de crear primero un mercado común suramericano, (Safta), antes de negociar un TLC con Estados Unidos fue descartada por Colombia. Los países suramericanos que rechazaron la posibilidad de acceder al libre comercio con Estados Unidos, (Alca), ofrecida por el presidente George Bush en 2005, para conformar el Mercosur, han tenido motivos para arrepentirse. Tampoco ocurrió el desmantelamiento del aparato productivo colombiano por vía de las importaciones que algunos temían. El país se ha beneficiado de poder importar de Estados Unidos materias primas, bienes intermedios, maquinaria y bienes de consumo a precios internacionales. La estabilidad de normas jurídicas que conlleva el TLC ha contribuido a incrementar la inversión extranjera directa, la transferencia de tecnología y de prácticas empresariales innovadoras.

El beneficio de largo plazo del TLC con Estados Unidos es el haber hecho irreversible la apertura comercial y el haber convertido en tratado internacional el compromiso de eliminar las barreras arancelarias al comercio bilateral. Esa certeza ha creado condiciones favorables para que Colombia le asigne un papel protagónico a la participación activa en la economía internacional.

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