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Aunque las marchas de Bogotá en términos de representatividad numérica no son importantes, comparada con las de Chile, Bolivia y Ecuador*, sí tenemos que reconocer que fueron trascendentales para componer una agenda que nos una a todos en propósitos que aún no están en las agendas de la política, ni en las metas de las tres ramas del poder público, ni en las rendiciones de cuentas de los funcionarios públicos, pero que nos servirá para cohesionar el país en los temas de preocupación nacional. Lamentable, por decir lo menos, que esta fiesta democrática y legítima haya dejado, por culpa de políticos irresponsable, un muerto, muchos heridos, daños, pérdidas, dolor y sufrimiento.
Importante también concluir que las marchas nos dejaron a todos aprendizajes y posiciones más claras sobre lo que sí es importante, de lo que sí queremos y de lo que, aunque es evidente, no lo habíamos priorizado o comprendido.
Es claro que las personas que creemos en los Derechos Humanos, la democracia y las libertades, entendemos que debemos proteger y rodear las instituciones; agradecer la defensa legal y legítima de nuestras vida, honra y bienes por los organismos de seguridad del Estado; que los extremos nos alejan de cualquier conversación constructiva pues defendemos posiciones pero no llegamos a la construcción de posibilidades y por el contrario le damos cada vez más fuerza a los radicalismos extremos; que sabemos que los procesos de reinserción y los acuerdos del anterior gobierno con el grupo Farc han sido beneficiosos para el país y para quienes se han decidido por otra forma de vida; que hay que seguir cumpliendo los acuerdos firmados con Farc como se viene haciendo; que la forma política de la representatividad en concejos municipales, asambleas departamentales y en el mismo congreso no es reconocida por la gente*, ni tiene la capacidad ni interés de solucionar las preocupaciones del pueblo, que en consecuencia, debemos buscar una nueva forma de participación que sea transparente, que elija a las personas que sean representativas y que sea probada ya en otros países**; que debemos identificar y proponer desarrollos que protejan, cuiden y fortalezcan el Amazonas en lo biótico, abiótico y cultural; y que también debemos asegurar igualdad en las oportunidades para la educación en las mejores universidades del país publicas y privadas para todos nuestros jóvenes.
Así también las marchas nos hicieron ratificarnos en lo que no queremos y rechazamos, como son los heridos y muertos por causa de la invitación al caos y la violencia de políticos irresponsables; tampoco queremos ninguna forma de economías ilícitas (trafico de personas, narcotráfico, robo de minerales, trafico de animales y riquezas naturales, antropológicas) auspiciadas por bandas criminales que se apropian de territorios y en consecuencia asesinan a nuestros valientes líderes. Tampoco queremos que este país sea otro régimen dictatorial de hambre, miseria y violación de Derechos Humanos como Venezuela, Cuba o Nicaragua; tampoco queremos a quienes dañan nuestros bienes públicos, bienes que nos benefician a todos y nos dan calidad de vida; ni soportamos los regímenes salariales de los congresistas, no queremos más impunidad ni consideraciones para los violadores y reclutadores de niños ni para los violentos contra las mujeres, violadores y feminicidas; tampoco queremos la corrupción por acción o por omisión, mal que es un cáncer que se combate con castigos pero igualmente desde la prevención con la construcción de una cultura de probidad y una censura social con los corruptos; y para terminar, no queremos una justicia que aplique la ley con intereses y juegos políticos.
En todo este listado recogido de lo oído y lo sentido, hay varios denominadores comunes. En primer lugar, que todos podemos hacer una contribución mas allá de la cacerola o el bloqueo a los que tienen que trabajar, vender, producir, estudiar, atender en los hospitales, etc. En segundo lugar, que tenemos que informarnos seriamente de fuentes validadas sobre los avances del gobierno, pues no se puede creer solo lo que se publica en las redes. Tercero, que es muy difícil gobernar con gran parte del congreso y los políticos en contra, pues no hay mermelada para tranzar. En cuarto lugar, que algunos medios sin pauta tampoco informan objetivamente. Quinto, que la complejidad de país y de las agendas exige altos funcionarios del gobierno que sean buenos técnicos, representativos de las regiones y que tengan manejo y credibilidad en la clase política. Por ultimo, nuevamente queda en evidencia que lo que pasa y piensa Bogotá, no es lo que preocupa en resto del país.
* Las 2 Orillas 2019 11 24 La procesión va por dentro Carlos Alonso Lucio
**Barómetro Petrolero JA&A CNC Centro Nacional de Consultoría
* New York Times 2019 10 02 These 526 voters represent all America