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Analistas 14/12/2021

Su majestad, el carnet

Paula García García
Conductora Red+Noticias

Luchar al unísono contra las interminables arremetidas del covid-19 se está convirtiendo en uno de los mayores retos. No ha sido fácil entender que solo caminando para el mismo lado, pero ante todo, al mismo tiempo, lograremos vencer a un virus que, siempre que puede, nos recuerda que aún tiene la fuerza suficiente para ponernos en jaque si lo apetece.

A punto de cumplir dos años de la declaratoria de pandemia, al mundo le sigue quedando grande la cooperación y el multilateralismo. Las potencias no dejan de acaparar vacunas ni de estigmatizar naciones y cientos de personas le dan la espalda a la ciencia. Es casi como un pulso permanente entre el instinto de supervivencia, la capacidad económica de los Estados y las teorías conspirativas.

Con tal nivel de desconexión, parecería que estamos cerca de sellar nuestra propia derrota. Sin embargo, y pese al rechazo de la Organización Mundial de la Salud y la Organización de las Naciones Unidas a la obligatoriedad de la vacuna, un consenso global, está emergiendo: el carnet de vacunación a modo de validador para la vida en sociedad. A partir de ahora y por un largo tiempo, si no lo tienes, no existes.

¿Acierto?, ¿falta de conciencia?, ¿autoritarismo? Depende. Es complejo exigir un planeta vacunado cuando la distribución de los biológicos ignora el principio de equidad y son varios los países que han tenido que resignarse a ser los últimos de la fila. No obstante, lo que sí se puede, con este tipo de medidas, es persuadir a quienes tienen la oportunidad de hacerlo, literal, en cada esquina, como pasa en Estados Unidos, para que dejen de dar largas al procedimiento y millones de vacunas se salven de terminar en una caneca de basura. Ya sucedió en Nigeria.

Ahora, cuando los expertos hablan de una inmunidad de seis meses, la tercera dosis se volvió realidad, se asoma una cuarta, y las variantes nos ponen a temblar, nada más dañino que los liderazgos divididos. Nada menos estratégico que cada cual defendiéndose a su manera sin considerar al vecino. Mientras nos quedemos estancados en tal terquedad, metiéndole al asunto geopolítica y egoísmo, muy difícil será arañar verdaderas victorias.

Por eso hoy, desde estas páginas, me uno al llamado de Ayoade Alakija, directora de la Alianza Africana para la Entrega de Vacunas, quien ante el rechazo hacia todo un continente que trajo consigo la aparición de Ómicron, con sensatez, nos recuerda la doble moral que exhibimos al actuar sorprendidos frente a la noticia de la nueva mutación. Una y otra vez, nos lo han advertido: en tanto no exista un acceso equitativo a las vacunas, las variantes seguirán apareciendo. O se ejecutan acciones rápidas que permitan procesos de inmunización simultáneos o de esta no salimos nunca y las consecuencias, al final del día, las terminamos padeciendo en conjunto.

Aplausos entonces para coordinación que por fin se está gestando en torno al pasaporte sanitario. En deuda estábamos de coincidir en algo, pero ojo con el principal pendiente. Bienvenido sea su majestad, el carnet, si de la mano de tal requisito llegan también las dosis que claman a gritos en los muchos lugares que hemos decidido, con arrogancia, echar al olvido. Es oportuno recordar que estamos hablando de seres humanos en riesgo de quedar excluidos y no porque así lo hayan decidido.

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