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Analistas 23/03/2015

Retórica populista diseminándose en Grecia

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Hace unos años, gobiernos de países deudores como Grecia podrían haber aceptado programas de austeridad con la creencia real de que rendirían frutos en forma de una recuperación económica fuerte. Pero los tecnócratas de Bruselas han perdido toda credibilidad en ese frente. Además, mientras que gobiernos de centro derecha en algunos casos se las están ingeniando para resistir políticamente, comportándose como si fueran los únicos que pueden hacer las cosas que son dolorosas pero necesarias, los partidos de centro izquierda que han asumido el papel de agentes de la austeridad han implosionado, y en algunos casos esencialmente han desaparecido de la escena.

Dicho lo anterior, a ciertos políticos (especialmente los de centro derecha, pero en algunos casos de centro izquierda) quizás les vaya bien personalmente, incluso si sus políticas son ampliamente impopulares. Pueden volverse inamovibles en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, o pueden esperar designaciones en la Comisión Europea u otros institutos europeos. Sostendría que esto ha actuado como disuasorio para alimentar la reacción violenta populista que los votantes cada vez se muestran más dispuestos a apoyar.

Pero el actual gobierno griego no es de centro izquierda, y ninguna de sus principales figuras va a intentar reemerger como hombre de Davos. Para ellos, el éxito debe venir en forma de apoyo de sus propios votantes y no de las élites internacionales.

No estoy seguro que los gobiernos acreedores lo entiendan. A veces pareciera como si esperaran que el Primer Ministro, Alexis Tsipras, fuera a ceder en cualquiera momento. Otras veces pareciera como que su plan es convertir a Grecia en un ejemplo de lo que pasa cuando no se siguen órdenes. Hay muchísima mentalidad difusa por todas partes.

Pero esto se está volviendo peligroso.

Una nota sobre la fortaleza del dólar

El economista y blogger Tim Duy está debatiendo últimamente con Scott Sumner, quien insiste en que un dólar fuerte no afectará el crecimiento en Estados Unidos (aquí).

Pienso que debemos verlo conceptual y cuantitativamente, y no soy ni remotamente tan optimista.

El Sr. Sumner, un profesor de Economía de la Universidad de Bentley, ha escrito que no se puede razonar a partir de un cambio en el precio: el dólar simplemente no se mueve sin ningún motivo, así que hay que remontarse a la causa subyacente y preguntarse qué efecto tiene.

De hecho, los cambios en el precio de los activos a menudo no tienen una causa clara; son burbujas, o son impulsados por cambios en las expectativas de largo plazo, así que realmente sí debemos preguntarnos los efectos de cambios en los precios que no pueden explicarse muy bien. Más específicamente, el Sr. Sumner tiene razón cuando dice que si la reciente caída del euro está siendo motivada por la política de expansión monetaria, esto afecta a Estados Unidos a través del canal de la demanda así como vía competitividad, así que podría ser un aluvión.

Pero recientemente he sostenido que la política monetaria no explica por completo la caída en el valor del euro. En cambio, el desplome de la moneda parece reflejar la percepción entre los inversionistas de que Europa va a estar deprimida durante mucho tiempo.

Y si eso es lo que ha estado motivando la debilidad del euro y la fortaleza del dólar, afectará el crecimiento en Estados Unidos.

Aumentan las tensiones en Europa

Las tensiones entre las autoridades griegas y alemanas se han intensificado durante las últimas semanas, provocando que una vez más surja la posibilidad de una salida griega de la eurozona.

Syriza, el partido político izquierdista de Grecia, llegó al poder arrolladoramente en enero luego de prometer renegociar el acuerdo de rescate de Grecia y finalizar las medidas de austeridad impuestas al país por la Unión Europea. Sin embargo, el 20 de febrero, luego de un punto muerto con los acreedores de la nación que llevó a los bancos griegos al borde del colapso, la coalición gobernante del país encabezada por Syriza aceptó una extensión de cuatro meses al actual acuerdo de rescate y se comprometió a aplicar temporalmente la mayoría de las obligaciones de austeridad del país.

El acuerdo en gran parte fue visto como una victoria para las autoridades alemanas y otros partidarios de la austeridad, quienes solo ofrecieron concesiones simbólicas retóricas ante las inquietudes de Syriza. El acuerdo interino requiere que Grecia proponga un conjunto de reformas que cumplan con las obligaciones de deuda del país para ser aprobadas por las autoridades europeas antes que pueda autorizarse la liberación de dinero para el rescate adicional. Las negociaciones sobre esas reformas se están llevando a cabo en Bruselas, pero informes noticiosos sugieren que están avanzando lentamente.

Conforme las negociaciones han progresado, las autoridades griegas han recurrido a una retórica cada vez más amarga. Por ejemplo, el Primer Ministro, Alexis Tsipras, recientemente apeló a Alemania a pagar reparaciones por las atrocidades de la era de la II Guerra Mundial. Al mismo tiempo, los alemanes comunes y corrientes están perdiendo rápidamente la paciencia con Grecia: las encuestas de opinión muestran que la mayoría de los alemanes está a favor de que Grecia abandone la eurozona.

El 13 de marzo, el comentarista John Cassidy sostuvo en The New York Times que Syriza “ha avanzado en la dirección que la Unión Europea quiere; demasiado, incluso, para algunos de sus propios miembros. En este contexto, Syriza seguramente merece cierto margen financiero para presentar su propuesta de reforma e introducir algunas de las medidas humanitarias que ha prometido a los griegos, como proveer comida y calefacción gratuita para los muy pobres”.

En una columna para Bloomberg View de principios de este mes, Mark Gilbert explicó: “Con tiempo y dinero agotándose, un final exitoso parece incluso más improbable que hace una semana o un mes”.

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