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Analistas 24/06/2014

Profundas divisiones nublan el legado de Obama

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Y bajo un estándar objetivo, esto es muy extraño. La iniciativa personal del Presidente Obama, la reforma al sistema de salud, rebotó increíblemente luego de un inestable inicio y casi por seguro será irreversible para cuando deje el puesto. Ha tomado el paso más importante en política ambiental desde la Ley de Aire Limpio. La reforma financiera es menos amplia y muy corta respecto a lo que debió haber sido, pero aún así es significativa. Si el punto de ser presidente es hacer cosas con efecto duradero, el Sr. Obama ha cumplido. Entonces, ¿a qué se deben las críticas?

Parte de la respuesta, pienso, es que son los logros incorrectos. Se suponía que iba a ser serio bajo la forma aprobada: recortar los derechos para manejar la crisis fiscal. El hecho de que en realidad no hubo una crisis fiscal (y que cualquiera al que realmente le preocupe el largo plazo debería preocuparse mucho más por las emisiones de carbono que por la edad del Medicare) no cambia el sesgo; se supone que los presidentes fuertes deben dirigir esa fuerza a las obsesiones consentidas de la élite, no a otras cosas.

Otra parte de la respuesta es que el Sr. Obama efectivamente tiene un nivel de aprobación débil. Pero tal como lo señaló recientemente Jonathan Chait, de la revista New York, el presidente también tenía un nivel de aprobación débil en 2012 al entrar a la campaña; lo que importó fue que aunque los votantes no estaban embelesados con él, las elecciones son de suma cero, y realmente les disgustaba la agenda republicana.

De hecho, sospecho que durante mucho tiempo no veremos un presidente con niveles de aprobación por los cielos, sin importar lo exitoso que sea. Estados Unidos está amargamente polarizado, y los republicanos, en particular, despreciarán a cualquier demócrata independientemente de cuánta paz y prosperidad traiga. Pero un demócrata que tenga la aprobación de 40% de los votantes y que pueda atraer a 12% o 13%  de gente que no coincide con él pero que siente aún más desagrado por los republicanos puede ganar en grande, y esa es la forma probable del futuro.

Mis viejos lectores saben que fui un duro crítico del Sr. Obama cuando muchos desmayaban. Y me hubiera gustado que él y su círculo hubieran hecho más en un número de frentes en 2009-2010. Pero en este momento está haciendo lo que los presidentes deben hacer: está cambiando al país para mejor, significativamente.

Seremos bienvenidos como liberadores
Frecuentemente he notado que a primera aproximación, nadie admite haberse equivocado en algo. Mi ejemplo de primera de siempre es toda la gente que pronunció advertencias fatales hace cinco años en el sentido de que la inflación descontrolada era inminente, y que hasta este día emite advertencias idénticas.

Pero todo eso es nada en comparación con la forma en que la misma gente que nos afirmó que la invasión a Irak sería una guerrita espléndida (recuerden “Todos quieren ir a Bagdad. ¿Los verdaderos hombres quieren ir a Teherán?”) ahora insiste en que deberíamos entrar con todo a favor de un régimen corrupto e incompetente que básicamente es aliado de Irán, no nuestro.

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